El precio de las nuevas viviendas en China ha vuelto a subir, sobre todo en las ciudades más pequeñas. Se ha elevado en 60 de las 70 ciudades analizadas, una cifra que supera las 56 ciudades del mes de mayo.
Han repuntado sobre todo en las ciudades pequeñas, aunque se han visto descensos en las grandes urbes. En Pekín, los precios han bajado un 0,4%, la mayor caída en dos años, y en Shanghai ha bajado un 0,2%. Según cálculos de Reuters, el precio medio de las casas nuevas ha subido en junio un 0,7%. Y en tasa interanual, la subida ha sido de un 10,2%. Esa cifra supone una ligera desaceleración respecto al 10,4% que subieron en mayo.
Pekín sigue con los esfuerzos regulatorios para controlar la burbuja inmobiliaria que planea sobre China. Precisamente, esa obsesión por la regulación se ha instalado también en los mercados financieros. Lu Lei, director del Departamento de Estabilidad Financiera del Banco Popular de China ha calificado el mercado financiero como caótico.
El presidente chino Xi Jinping señaló el pasado fin de semana que el gigante asiático tendría un nuevo Comité de Estabilidad Financiera y Desarrollo y dicho y hecho. El nuevo comité ayudará a coordinar la reforma financiera y regular los mercados, además de la política monetaria e industrial. Es un nuevo intento de frenar el aumento de la deuda china y desactivar los riesgos financieros.
En Japón, vuelven al trabajo después de la festividad del mar celebrada ayer y lo hacen con unas previsiones poco alentadoras. Los expertos consultados por Reuters apuntan a que el Banco de Japón retrasará su proyección de tiempo para alcanzar la meta de inflación del 2%, que se logrará, según estos calculos, en 2018.
La inflación se acelerará gradualmente hacia el 1% a finales de este año, apuntan los analistas. En mayo, los precios al consumidor subieron sólo un 0,4 por ciento respecto al año anterior.
Hoy el protagonismo empresarial se centra en Toshiba después de que un tribunal estadounidense decidiera posponer su veredicto al bloqueo temporal de la venta de la rama de chips. La estadounidense Western Digital, socio de Toshiba en la planta donde produce sus chips y que gestionan conjuntamente, demandó a la japonesa en junio en el Tribunal Superior de San Francisco alegando que Toshiba necesita su consentimiento para vender el negocio.
La compañía californiana se niega a transferir las instalaciones a terceros, alegando que la participación de otras compañías podría afectar al desempeño de la planta y causarle pérdidas.
Durante la vista del caso celebrada el pasado viernes, el juez Harold Kahn propuso que Toshiba avisara a su socio con dos semanas de antelación antes de cerrar la venta y ordenó celebrar una nueva audiencia a finales de junio, sin pronunciarse sobre el posible bloqueo, lo que pospone cualquier injerencia inmediata.
Crónicas asiáticas: La burbuja inmobiliaria china no para
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