El mercado estadounidense inicia 2025 con una mezcla de factores alcistas y señales de precaución que podrían definir el rumbo de las inversiones globales. Tras un 2024 excepcionalmente positivo, los analistas identifican varios catalizadores potenciales para Wall Street, aunque también advierten sobre patrones técnicos preocupantes.
Escucha la entrevista completa con Juan Ignacio Crespo, experto financiero:
Factores alcistas para el mercado americano
Entre los elementos positivos destacan las expectativas de recortes fiscales, la reducción de tipos de interés y la desregulación. El mercado anticipa especialmente un impulso significativo para el Nasdaq y las criptomonedas, particularmente si Donald Trump regresa a la Casa Blanca. El oro también podría beneficiarse, dada su histórica correlación con el Bitcoin.
Señales de advertencia técnica
Un patrón técnico preocupante ha emergido: la divergencia entre el comportamiento del Dow Jones y el Nasdaq, reminiscente de los eventos previos al estallido de la burbuja tecnológica en 2000. Esta disparidad, junto con un dólar fuerte y el aumento en los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años, genera cierta cautela entre los inversores.
La brecha entre Wall Street y el resto de los mercados mundiales continúa ampliándose, con Estados Unidos representando más del 70% de la capitalización bursátil global. Este dominio parece sostenible dado el liderazgo estadounidense en innovación y su ventaja competitiva frente a China, que enfrenta desafíos significativos en su mercado interno.
Perspectivas para Europa y España
Las bolsas europeas muestran una debilidad estructural persistente. Para el IBEX 35, aunque podría beneficiarse de su actual rezago respecto a otros índices, enfrenta riesgos significativos relacionados con el aumento de la deuda pública y la falta de mejoras en productividad. La vigilancia de los mercados de bonos podría desencadenar presiones adicionales sobre la deuda europea y española.
En conclusión, mientras Wall Street mantiene su posición de liderazgo global, los inversores deberán navegar un entorno complejo en 2025, equilibrando oportunidades en el mercado estadounidense con los riesgos emergentes en los mercados tecnológicos y las persistentes debilidades estructurales en Europa.