La economía está basada en cálculos y análisis meticulosos. Las decisiones económicas deberían estar, por tanto, basadas en los mismos elementos. Pero las decisiones las tomamos los humanos. El factor psicológico y emocional juega un papel determinante. Hay errores psicológicos en la inversión catalogados y hay que evitarlos.

Un inversor puede verse condicionado por la economía conductual. Lo que sienta o piense formará parte de la decisión final.

Algo que puede provocar errores en nuestra estrategia de inversión. ¿Cuáles son los más habituales? La CNMV ha recogido en una guía los aspectos más comunes de la toma de decisiones. Podemos resumir así nuestros errores psicológicos en la inversión:

Errores

-Exceso de confianza: Tendemos a sobreestimar nuestros conocimientos y nuestros juicios subjetivos. “Un inversor sobreconfiado”, nos dicen los autores el estudio, “infravalora los riesgos de su inversión" Tambíen "sobreestima la ganancias esperadas”.

-Ilusión de control: Creemos tener el control sobre nuestra inversión y los condicionantes que puedan afectar a la misma. Algo que puede “llevar a que se asuma un nivel de riesgo superior al adecuado”.

-Confirmación: Mediante la búsqueda de nuevas informaciones intentamos confirmar nuestras convicciones. Pero lo hacemos de modo selectivo, “para intentar respaldar nuestras opiniones en lugar de buscar opiniones críticas”.

-Anclaje: Nos anclamos a la idea inicial, dando más peso a la información obtenida en primer lugar. Es algo frecuente en la inversión, sobre todo cuando se registra una rentabilidad importante de un producto en primer lugar “y no se consideran otros datos”.

-Autoridad y efecto halo: En muchas ocasiones tendemos a sobreestimar las opiniones de ciertas personas. Bien por la posición que tienen o por su relación personal con nosotros. También hacemos más caso a ciertas empresas o gestores por su popularidad o por algún buen resultado concreto.

-Aversión a las pérdidas: Solemos considerar que las pérdidas tienen más peso que las ganancias. Es un elemento clave a la hora de tomar decisiones de inversión. "El miedo a perder algo supone un incentivo mayor que la posibilidad de ganar algo de valor semejante”.

-Falacia del coste hundido: El estudio lo describe como “el sesgo que lleva a mantener una inversión que genera pérdidas ante el temor a perder lo que ya se ha invertido”.

CEREBRO

En el mundo de la inversión, según la CNMV, todos estos sesgos tienen más relevancia aún por varias cuestiones. Primero, porque “la mayoría de los consumidores considera que los productos financiaros son complejos”.

En segundo lugar, porque las decisiones financieras requieren “asumir cierto grado de riesgo e incertidumbre”. Y por último, porque muchas decisiones financieras “son emocionales”. Están dominadas por la ansiedad, el miedo a la pérdida o un estado de sobreexcitación.

Recomendaciones

Una vez que conocemos cuáles son las conductas emocionales que más pueden condicionar nuestra inversión, ¿hay algunas recomendaciones a la que atender? El informe del regulador del mercado español también nos deja algunas.

-La educación financiera: Conocer y entender bien los productos financieros nos ayudará a tomar decisiones informadas.

-Generar alternativas: Una técnica cognitiva que nos ayuda a analizar los problemas desde varias perspectivas. “En la toma de decisiones financieras, es importante buscar alternativas a la inversión pretendida y sopesar los pros y contras de las distintas opciones”, dice el estudio.

-Atemperar el optimismo: Tenemos una gran tendencia a mostrarnos optimistas. Antes de tomar una decisión importante de inversión, “es conveniente reflexionar sobre la posibilidad” de que no salga como esperamos.

-Estar en condiciones óptimas para invertir: Hay que ser consciente de muchos factores que “pueden limitar la capacidad de supervisar estas decisiones”, como el cansancio físico o mental.