Los mercados asiáticos cierran su jornada en negativo, con dos tecnológicas, Samsung y Toshiba, como grandes protagonistas. En el lado macroeconómico, China continúa con la apertura de sus mercados al mundo.
Desde esta noche permite a las agencias de calificación internacionales calificar los bonos “onshore”, es decir, en una primera emisión (y no teniendo que acudir al secundario). Para poder realizar esas calificaciones será necesario tener sucursal en el país y estar registrado en el Banco Popular de China (el Banco Central chino). Desde anoche, con la entrada en vigor del llamado Bond Connect, los inversores extranjeros pueden hacerse con deuda corporativa o estatal en las emisiones de bonos a través del mercado de Hong Kong, sin necesidad de tener presencia en la china continental. Con la medida tomada esta madrugada, las agencias de calificación ganan peso en el país, aunque para ello si tengan que tener sede en tierras chinas. De hecho, este requisito es el que hace que, por el momento, solo Moody’s y Fitch puedan calificar las nuevas emisiones de bonos, puesto que cuentan con presencia en China a través de varios socios locales de los que son accionistas mayoritarios. S&P, por el contrario, tendrá que buscar su hueco.
En el apartado de los bancos centrales, hoy ha sido el turno del Banco de Australia, que mantiene los tipos de interés en el 1,50% (su mínimo histórico), pero vuelve a lanzar un aviso sobre la destrucción de empleo dentro del sector de la construcción y la falta de alternativas que incentiven de nuevo el crecimiento en el país en caso de que fuera necesario.
En lo empresarial, Samsung ha anunciado una inversión multimillonaria en Corea del Sur. Se gastará 18.630 millones de dólares en mejorar sus fábricas en el país y en crear una nueva línea de producción e investigación de memorias y semiconductores. La previsión es que en 2017 Samsung logre las mejores cifras de ingresos de su historia, lo que podría disparar su beneficio. Tras los problemas que ha atravesado la compañía en su propio país, afectado por los escándalos de corrupción, con esta inversión quiere mejorar de nuevo su imagen y además se aprovecha de las medidas del nuevo gobierno, que ofrece rebajas fiscales a quienes creen empleo. La compañía surcoreana asegura que generará 440.000 puestos de trabajo desde este año hasta 2021.
Otra compañía tecnológica dedicada también a la fabricación de semiconductores es protagonista en Japón. Toshiba ha presentado un recurso contra la demanda interpuesta en Estados Unidos por Western Digital. La compañía nipona tiene un problema enorme con Western Digital, que se interpone en la venta de la unidad de memorias flash a varios inversores japoneses y estadounidenses. Para hacer frente a las pérdidas de su división nuclear, Toshiba ha logrado un acuerdo con distintos fondos de capital para vender esa división de chips y memorias flash. Un acuerdo en el que además ha intervenido el Gobierno japonés para garantizar la nacionalidad y la continuidad de la propia Toshiba, y que ahora se puede ir al traste. Western Digital es un pequeño socio con el que los japoneses hacen negocio, dedicado también a la producción de semiconductores, y estos alegan que pertenecen a la compañía y que quieren ser vendidos junto a la unidad de memorias flash o, en caso de no lograr ese acuerdo, piden que se tenga en cuenta una oferta que han presentado ellos mismos por la división. Toshiba dice que Western Digital no es una compañía propia y asegura que venderles a ellos esa división de memorias chocaría con las autoridades antimonopolio. El desenlace de todo esto lo conoceremos el 14 de julio en sede judicial. Ese día Toshiba se enfrenta a lo que puede ser, en cierto modo, el principio del fin.
Crónicas asiáticas: Samsung y Toshiba, entre el cielo y el infierno
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