Vuelve el Gobierno de Japón a esperar más de datos que nunca llegan, vuelve la sombra de la sospecha al Ejecutivo de Shinzo Abe, y vuelven los problemas de estancamiento salarial, con las empresas poco dispuestas a hacer concesiones. La historia de una escalera que parece repetirse a pesar de las medidas económicas (Abenomics o la política del BoJ)
La actividad manufacturera, medida a través del índice PMI del sector, cayó en julio hasta los 52,2 puntos. Es la peor en ocho meses, pero tiene una lectura positiva. El sector lleva once meses ofreciendo cifras por encima de los 50 puntos que marcan la expansión, por lo que desde el Ejecutivo confían en que esa creación de empleo lleve a las empresas a repensar el segundo de los problemas al que se enfrenta el país; el estancamiento de los salarios. Desde hace más de dos meses el Gobierno negocia con las principales empresas del país y asesorado por el propio Banco de Japón un aumento salarial que permita incentivar el consumo, y lo hace con escaso éxito. El objetivo ahora es tener cerrada esa negociación antes de septiembre, aunque son pocos los que se muestran optimistas. Eso sí, y respecto al consumo, desde el Fondo Monetario Internacional avalan la tesis del Gobierno, que confía en que este año crezca algo y eleve la inflación hasta cerca del 0,6%. También espera un crecimiento del 1,3% para 2017, aunque se irá moderando hasta el 0,6% en 2018.
Pese a las previsiones, la realidad de unos datos que no terminan de consolidar la tendencia al alza de la economía nipona está castigando al presidente del país. Además, continúan los rumores sobre su participación en el reparto de una serie de licencias y terrenos que convenientemente beneficiaron a un amigo suyo. El primer ministro y su entorno llevan más de dos años negando estos hechos, y añaden que, si se miran las propuestas presentadas, la escuela que quería montar su amigo era la mejor, y que jamás supo que era él quien realizaba la propuesta, entre otras cosas porque ni es su tarea ni tampoco fue informado ni por su amigo ni por la administración.
Pese a estas explicaciones, varias encuestas apuntan a que el Gobierno actúa con demasiada suficiencia en este asunto, y los ciudadanos piden pruebas más claras y contundentes que una explicación a viva voz del primer ministro nipón. La popularidad de Abe ha caído por debajo del 30% y su próxima rival a las elecciones generales parece partir con ventaja de cara a esos comicios, tras haber arrasado en su reelección como gobernadora de Tokio.
En clave empresarial, de nuevo es hoy protagonista la japonesa Takata, que pierde más de un 20% en bolsa tras el fallecimiento este fin de semana de un ciudadano australiano en un accidente de coche. Todo apunta a que la muerte se produjo por el estallido del airbag (que fabrica la compañía nipona), y las autoridades australianas están retirando e inspeccionando todos los vehículos que tengan este tipo de accesorio. La compañía no ha dado más explicaciones que las que ya diera ante los tribunales de Estados Unidos.
Recordemos en todo caso que Takata continúa en bancarrota y que parece difícil que pueda incluso mantener su existencia como compañía dados los litigios y las indemnizaciones a las que debe hacer frente.
Crónicas asiáticas: Japón o la “historia de una escalera”
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