El año 2020 está siendo muy difícil para los inversores. Muchos de ellos venían de un 2019 de altas rentabilidades y se han encontrado con un 2020 cargado de volatilidad y de incertidumbre a causa de la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia de la COVID-19.
En el mes de marzo, sin ir más lejos, presenciamos algunas de las caídas bursátiles más importantes de la historia. El 13 de marzo, el Ibex 35 cayó un 14,06%, en la que fue la peor sesión de su historia. El CAC también se hundía más de un 12% y el FTSE británico más de un 10%. Al otro lado del charco, Dow Jones, S&P 500 y Nasdaq se dejaban alrededor de un 10% de su valor en menos de 24 horas.
Solo tres días después, el 16 de marzo de 2020, volvimos a experimentar una jornada negra. Todos los índices mundiales volvieron a sufrir caídas de doble dígito. En esta ocasión, el Dow Jones (que perdió -12,93%), el Nasdaq (-12,32%) y el S&P 500 (-11,98%) fueron los peor parados.
Curiosamente, en estos últimos meses no solo hemos vivido algunas de las peores caídas de la historia de estos índices bursátiles, sino también algunos de sus días más gloriosos. Sin ir más lejos, el S&P 500, índice que muchos gestores toman como referente de la marcha económica mundial, creció un 9,29% el 13 de marzo y un 9,38% el día 24 de marzo.
Si tomamos como referencia el 23 de marzo de 2020, que fue el día en que se produjo el nivel más bajo del S&P 500 desde enero de 2017 (tras una caída del 33% en solo un mes), el índice ha crecido desde entonces más de un 30% y ya se encuentra en niveles de hace un año.
La inversión en bolsa y la volatilidad siempre van de la mano
El COVID-19 ha causado estragos en los mercados financieros y ha recordado a muchos inversores que la volatilidad siempre está presente cuando se invierte en bolsa. Por eso, los grandes inversores de la historia, como Warren Buffet, Peter Lynch, John Templeton o Benjamin Graham coinciden en que la mejor forma de invertir en bolsa es con una estrategia a largo plazo.
Tratar de acertar con el mejor momento para entrar o salir del mercado no es una buena idea y la mayoría de los inversores cometerán errores. Es mucho más sensato invertir con un horizonte temporal muy amplio y de forma diversificada en compañías consolidadas y con una larga trayectoria. Solo así conseguiremos que el tiempo juegue a nuestro favor y podremos contrarrestar la volatilidad y las fuertes correcciones que la renta variable experimenta a corto plazo.
En caso de los inversores más conservadores o que vayan a necesitar el dinero en un corto plazo, las cuentas de ahorro remuneradas o los depósitos a corto plazo ofrecen la posibilidad de disponer del dinero en cualquier momento y obtener una pequeña rentabilidad por él. Estos productos de ahorro sacrifican rendimiento a cambio de una rentabilidad segura y de una volatilidad inexistente, algo que se agradece en estos tiempos tan convulsos.