Hoy miramos al mercado estadounidense para hablarles de la última burbuja que se está viviendo en las bolsas, sobre todo, en la estadounidense. Y es que una vez superado el shock que hace un año nos dejaba la pandemia de la COVID-19 en los mercados, Wall Street ya tiene una nueva moda: las SPAC ¿Qué son? ¿Por qué se lanzan a sus brazos inversores de todo tipo y hace peligrar el mercado?
Escúchalo en este podcast de Mercado Abierto:
Solo en 2020 las SPAC llegaron a recaudar 83.000 millones de dólares, en comparación con los 13.000 millones de 2019 y 2021 va por el mismo camino
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En el argot bursátil se les conoce como compañías de cheques en blanco destinadas a una fusión inversa. Pero, a lo mejor, si les digo esto, no les queda muy claro de qué estamos hablando. En pocas palabras, una SPAC es una empresa o, mejor dicho, una armadura que cotiza en bolsa y que se crea únicamente con un propósito: fusionarse en un plazo determinado de tiempo con empresas reales de potencial recorrido y que están ávidas de financiación, es decir, necesitan dinero para poder salir hacia delante.
Abreviando, una SPAC es una entidad que no tiene un plan ni un propósito comercial concreto, sino que solo están ahí para ser partícipes en un proceso de fusión o adquisición de una compañía real. Están ahí, simplemente, para recaudar dinero.
En el sector tecnológico, abundan y en el mercado norteamericano, son la moda. Y es que si bien, hasta ahora el camino “habitual” para salir a bolsa era a través de una OPV, una oferta pública de venta, ahora lo que muchas de las compañías comparten es una SPAC.
Una historia de más de 40 años
No obstante, este mecanismo nació en la década de 1980 y, hasta hace poco, era el último recurso al que las empresas acudían para financiarse. Hasta que llegó la COVID-19 y los bajos tipos de interés que han cambiado esta “realidad” de la inversión.
Estas entidades, generalmente, han estado relacionadas con inversiones puramente especulativas. De hecho, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), hasta ahora, las categorizaba como acciones a centavo (penny stocks). Valores de alto riesgo que cotizan por debajo del dólar y que su capitalización de mercado suele ser muy baja. No obstante, las nuevas regulaciones han provocado que se popularice entre los inversores y que se haya convertido en un procedimiento más corriente.
Basta con mirar las cifras para ver el furor que han causado este tipo de vehículos en la bolsa. Solo en 2020 las SPAC llegaron a recaudar 83.000 millones de dólares, en comparación con los 13.000 millones de 2019. Estas cifras superan, aunque no sea un ejercicio de referencia como consecuencia de la parálisis económica derivada de la pandemia, a lo recaudado por OPV en todo el ejercicio, un total de 78.000 millones de dólares.
Un futuro "prometedor"
Pero es que 2021 va camino de seguir esta tendencia. En las primeras semanas del año ya se registraron 67 SPAC, sumando un total de 19.000 millones de dólares en capitalización. Es decir, en pocos días se ha recaudado más dinero que en todo el 2019, lo cual desvela el furor de estas operaciones para entrar a cotizar en los mercados en estos momentos.
Línea en la que firman desde Goldman Sachs donde hace apenas unos días, a través de un memorando, dejaban sobre la mesa nuevas previsiones. “Entre 2021 y 2022 prevemos 265 SPACs valoradas en 82.000 millones de dólares”, aseguraba el banco de inversión en un comunicado.
Entre las más destacadas recientemente, y de la que hablamos aquí, en Mercado Abierto, es la del fabricante de vehículos eléctricos y “posible” competidor de Tesla: Lucid Motors. La automovilística, hace unas semanas, se fusionó con el vehículo de inversión impulsado por Michael Klein y su valor, aunque apenas unos días, llegó a los 57.000 millones de dólares, un tamaño mayor que de una veterana en el sector como es Ford.
Peligro de burbuja
Con todo y con ello, pese a la fama que les precede, muchos inversores, de perfil más conservador, se muestran cautos ante este tipo de estrategias para salir a bolsa ya que, en su opinión, es una mecánica “arriesgada”.
Y es que estos vehículos, en muchas ocasiones, alejan al mercado de la economía real. ¿Por qué? Porque las empresas que entran a cotizar a través de una SPAC, por lo general, son compañías relacionadas con el campo de la tecnología y con un fuerte potencial en el corto plazo. Y ahí está el problema. Que tras su salida a Bolsa, como ya ha sucedido con compañías de la talla de Virgin Galactic, DraftKings o Nicola Motor, estas empresas recogen ganancias “desmesuradas” e inflan el mercado hasta cotas que, algunos analistas, dicen, les recuerdan a burbujas del pasado.
Se facilita, por lo tanto, que startups en sectores alcistas en estos momentos como el de los vehículos eléctricos, capitalicen mucho volumen de dinero en los mercados, y ofrezcan a diario a sus inversores una nueva vía de acceso a valores alcistas.
Y es que, como se suele decir, nadie quiere ser el “patito feo” de esta “fiesta” bursátil que en los últimos 15 meses ha recogido en los mercados hasta 156.000 millones de dólares mediante 474 SPAC, según datos de Bloomberg.
Es difícil saber cuándo acabará esta burbuja que ya cuenta con casi 300 SPAC activas y otras muchas a la espera de estarlo en los próximos meses, pero todo apunta a que al menos durante la primera mitad de 2021 cada vez serán más populares.
Veremos si la burbuja, como sucedió a principio de siglo con el puntocom o en 2008 con las entidades bancarias termina estallando. ¿El problema? que ahora existe el miedo de dejar atrás a cientos de pequeñas compañías que lo apuestan todo al fantasma de una SPAC.