Con una de las tasas de desempleo juveniles más altas de los países de la OCDE, España está en el punto de mira de los expertos y supone un quebradero de cabeza para los gobiernos de turno. Una cifra que no cae, los últimos datos de paro registrado elevan la cifra de menores de 25 años sin trabajo, y un entorno que ve cómo sus números de desempleados se reduce y, también, los números de menores en paro. “Lo que está funcionando en el centro y norte de Europa, también es una receta para nosotros”, explica Francisco Belil, Presidente de la Fundación Princesa de Girona y Vicepresidente de la Fundación Bertelsmann.
Receta que tiene un nombre “formación profesional” y un apellido “dual”. Solo tiene seis años de vida y para que funcione, según la CEOE, tienen que pasar, al menos, diez años, pero “que tiene avances gracias al esfuerzo de todos y cada vez gana más adeptos”, añade Belil.
Poco más de un lustro de vida en comparación con más de cincuenta años de existencia del formación profesional dual en Alemania y cuyas matriculas superan cada curso, incluso, a las universitarias.
A pesar de ser un concepto relativamente nuevo para las familias españolas. Sus orígenes, según el vicepresidente de la Fundación Bertelsmann, está en la Edad Media. “En aquella época, los oficios tenían sus aprendices donde se les enseñaba el trabajo hasta que el maestro creía que habían alcanzado un grado de competencia suficiente”, explica Belil. “Es la forma más natural de aprender”, sentencia.