La transición energética hacia una descarbonización de la economía se debe hacer de “hoy para hoy”, si España quiere cumplir con el objetivo de la Unión Europea para el año 2050. Por eso, los expertos analizan qué modelos energéticos componen la fórmula más ajustada para alcanzar la neutralidad en carbono.
Europa ha tomado el compromiso de ser el primer continente en eliminar las emisiones de CO2, y si bien es ambicioso, la emergencia climática justifica que se deba llevar a cabo. “En los últimos 22 años hemos tenido los 20 años más cálidos desde que tenemos datos. Sí o sí hay que hacer una transformación”, expresa Elvira Carles, directora de la Fundación Empresa y Clima.
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¿Un compromiso mundial?
Sin embargo, no todos parecen tan comprometidos como Europa. En el año 2017, el presidente estadounidense Donald Trump, anunció que se iría del acuerdo de Paris y este mismo martes comenzará el proceso de salida. Hoy Estados Unidos es el segundo emisor del mundo, después de China y que no forme parte del acuerdo climático más importante del mundo se ve con preocupación.
“El acuerdo de París no va a parar. El tren saldrá con o sin Estados Unidos, y si es inteligente no se bajará del tren”, sostiene Carles. Desde su punto de vista, Trump intentará renegociar el acuerdo “para salir en la foto”, ya que el acuerdo se firmó durante la administración de Barack Obama en 2015.
Sin embargo, Carles asegura que el apoyo de China en la descarbonización de la economía es suficiente para "poner en marcha este tren"
Los modelos del futuro
Al hablar de energías renovables, la eléctrica es la primera en la que suelen pensar las personas. Sin embargo, los expertos coinciden en que la clave está en formar un mix energético para lograr la transición hacia una descarbonización de la economía.
Francisco Javier Torres, responsable de Desarrollo de Nuevos Negocios de Nedgia, considera que el biometano debe ocupar un rol mayoritario en esta receta energética. Se trata del gas que se genera con energías renovables, que sale de vertederos de forma natural y donde hay un aprovechamiento de los residuos orgánicos. “El biometano es un claro ejemplo de economía circular porque los residuos de mi ciudad son capaces de mover a mi población”, comenta.
Por otro lado, en esta transición entra el hidrógeno. Hay quienes consideran que sus costes elevados, hacen que el uso de esta energía sea una realidad muy lejana. Sin embargo, para Antonio González García-Conde, vicepresidente de AEH2, esta energía “no tiene nada de ciencia ficción”. “La tenemos en nuestras ciudades desde hace décadas… Son sus nuevas aplicaciones las que tenemos que desarrollar”, argumenta. El experto asegura que su precio ha ido disminuyendo y que se destaca por su gran capacidad para almacenar energía.
“España es un país de sol, por suerte tenemos mucho viento y todavía tenemos agua”, comenta Carles y añade: “No olvidemos quizás lo que es más fácil y accesible”. Por ello, entiende que hay que hacer hincapié en el uso de energías solares y eólicas para una transición efectiva.
Pero fundamentalmente, se debe utilizar el gas natural y renovable si se quiere cumplir con los objetivos europeos de descarbonización. “Es imposible descarbonizar la economía apostando solo por la electrificación. Ellos solos no van a llegar, es necesaria la aportación de otras energías renovables como el gas”, asegura Torres.
“El cambio climático es de hoy para hoy. Hay que mantener una mínima sostenibilidad planetaria que es lo que nos piden nuestros jóvenes”, concluye Carles.