El sector bancario, el financiero, el de los medios de comunicación o, directamente, el cine y el mundo del entretenimiento asisten a la consolidación de un nuevo paradigma que ha comenzado a arrebatarles el control de la información. El modelo que plantea blockchain, la cada vez más famosa cadena de bloques, ha demostrado ser capaz de eliminar el papel de los intermediarios en todas estas industrias.
Como una tela de araña infinita se expande esta red descentralizada que es mucho más que criptomonedas. La disrupción blockchain implica que los consumidores pueden acercarse a sus servicios finales de forma directa, anónima, pública, abierta y segura. En definitiva, sin intermediarios.
Muchos particulares y empresas han visto ya el filón que esta tecnología abre y apuestan por ella para reinventar industrias consideradas tradicionales. “Blockchain ha cambiado el modelo de negocio de la atención”, explica Covadonga Fernádez, periodista y directora de Blockchain Media, desde donde analiza su impacto en las industrias culturales.
Es la nueva economía de la atención distribuida, donde además de favorecer un mayor control de la privacidad, posibilita a los usuarios monetizar directamente los contenidos que crean. Fernández explica que el nuevo ecosistema da nuevas herramientas financieras a los creadores de contenidos, les devuelve el control sobre los derechos de autor y les permite relacionarse directamente con sus consumidores.
Un ejemplo es el cine, donde se podría pagar directamente al creador de una película para que después él reparta los porcentajes pertinentes con sus asociados, pero “eliminando partes de la larga cadena de producción y distribución”.
Ethic Hub está utilizando ya la tecnología blockchain y los tokens o monedas digitales para hacer llegar financiación a pequeños productores agrícolas en países en desarrollo. Con más de 1.700 millones de personas sin acceso al sistema financiero global, según datos del Banco Mundial para 2017, la cadena de bloques se posiciona como una solución.
Desde la compañía, Jori Armbruster, explica que este modelo permite a los inversores ganar en torno a un 15% de rentabilidad en proyectos que ellos mismos eligen, mientras que los productores reducen considerablemente sus costes de financiación. Además, las inversiones se realizan en productores cuyos negocios ya están en funcionamiento y con buenos ratios. “La red blockchain permite que incluso si nosotros quebramos el agricultor seguirá devolviendo el préstamo”, añade.
Se espera que los sectores tradicionales, cuyo lugar está ocupando la cadena de bloques, se reposicionen para no perderse las oportunidades que ofrece, como ya han demostrado grandes entidades financieras en sus incursiones con criptomonedas. Sin embargo, parece que el cambio tendrá que ir mucho más allá. La red de nodos se extiende de forma imparable sumando adeptos y nuevos modelos de negocio.
Blockchain, la muerte del intermediario
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