La palabra industrialización lleva años representando uno de los grandes retos del sector promotor y han sido varios los que han dado ya los primeros pasos de un industrializando en la vivienda que, supone numerosas ventajas. Entre éstas, principalmente, dos. La primera, la reducción en un 50% de los plazos de entrega, que representa una de las principales demandas de los clientes; y la segunda, la mejora de la calidad de ejecución de las viviendas, gracias a una construcción mucho más precisa y que reduce significativamente las incidencias posventa. Para empujar todos a una hacia esa industrialización nace la Plataforma para la Industrialización de Viviendas (PIV) que es una iniciativa sin ánimo de lucro, que se encuentra bajo el auspicio de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (ASPRIMA) y está representada por asociaciones, organizaciones, empresas y profesionales, en el ámbito de la edificación en sus distintas facetas. Hoy en Inversión Inmobiliaria vamos a hablar de la plataforma, sus objetivos y del sector de la industrialización en la vivienda desde el área del promotor con:
Sandra Llorente: directora general técnica de Vía Ágora y vocal de consejo rector de la Plataforma.
Julián Dominguez Huerta, socio director del estudio de arquitectura CIP Arquitectos además de vicepresidente del PIV, la Plataforma
Manuel Lobo, consultor técnico en madera y arquitectura en Finsa
Jorge Perelli, presidente ejecutivo de Bauen Constructora
Según la Plataforma, la industrialización inmobiliaria es uno de los grandes revulsivos para reactivar la construcción y la promoción de viviendas tras la crisis ocasionada por el Covid-19. Esta modalidad constructiva es más sostenible que la construcción tradicional al generar menos residuos, más segura ya que se desarrolla en fábricas y se producen menos accidentes laborales y más inclusiva, al atraer a colectivos que actualmente se encuentran fuera del sector de la construcción, como las mujeres y los jóvenes, principalmente.
Tradicionalmente, la construcción de viviendas se ha caracterizado por mantenerse invariable en el tiempo: la forma de construir es similar en la actualidad a la de hace 50 años. Esto provoca que sea un sector intensivo en mano de obra y sin apenas modernización de la estructura productiva, lo que redunda en los extremadamente largos tiempos de ejecución del producto, en torno a 18 meses. Adicionalmente, genera un mayor consumo de recursos (30 %) y de residuos (35 %) del total de la economía.
La construcción industrializada reduce los tiempos de construcción en, aproximadamente, un 50 %, lo que beneficia tanto a la empresa constructora y promotora como al cliente final, ya que se acortan los plazos de entrega. Además, aumenta la calidad de la ejecución de la vivienda y reduce su mantenimiento, al ejecutarse en un entorno controlado en comparación a las condiciones extremas que se dan en una obra de construcción tradicional. Asimismo, esta tipología de construcción disminuye los accidentes laborales en un 20 %, aproximadamente, al ir equiparando las características de las condiciones laborales y procesos al sector industrial.
La Plataforma para la Industrialización de Viviendas (PIV) considera fundamental que España se aproxime a los niveles de construcción industrializada de otros países europeos, como Alemania, donde el 9 % de la construcción de vivienda es prefabricada; Suecia, donde este tipo de construcción alcanza ya casi la totalidad de la producción; Holanda, con un 50 %, o Reino Unido, con cerca del 7 %. En nuestro país, la construcción industrializada de vivienda no alcanza ni el 1%.
La industrialización de los edificios permite un consumo óptimo de materias primas, reduciéndose las mermas y los residuos desde un 7 % a un 1,5 % con la ventaja de que estos pueden ser reciclables de forma efectiva y con facilidad en fábrica.
Además, según Plataforma para la Industrialización de Viviendas (PIV), la vivienda industrializada sería susceptible de exportación gracias a que los costes de construcción en España de esta tipología de vivienda son inferiores a los costes de los países del norte de Europa, incluyendo los gastos de transporte hasta el país de destino.
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