Descubrimos nuestra primera parada: Pals. Un pueblo medieval rodeado por un paisaje propio de la Toscana que compone una imagen única para capturar. Los extensos campos de cultivo del arroz le dan el motivo de su popularidad. El arroz de Pals es un indispensable de la gastronomía más autóctona, incluido dentro de la marca ‘Productos del Empordà’, y un deleite para todo aquel que lo prueba.
Después de degustar los magníficos matices de la gastronomía del lugar, no hay mejor plan que formar parte de la naturaleza a través de los caminos de ronda. Senderos que bordean el litoral de la Costa Brava, a través de los que dejarse sorprender por la vegetación más salvaje, ruinas arqueológicas, pequeños pueblos de pescadores o la altura de los abruptos acantilados. ¿Uno de los más emblemáticos? El de S’Agaró, en Playa de Aro, formado por casas señoriales y urbanizaciones en primera línea de mar que derrochan lujo y elegancia.
Baix Empordà, un destino de sensaciones y de recuerdos imborrables, que despierta sentimientos allá por donde el viajero pisa. Una tierra hospitalaria, para poner a flor de piel los cinco sentidos dejándose llevar a través de sus infinitos atractivos.