Nuestro compañero David Bigorra, director de la “Revista QTravel”, nos transporta a este destino internacional.
Empezamos nuestra visita por Ámsterdam en la Plaza Dam, centro neurálgico de la ciudad. Aquí podremos contemplar algunos edificios históricos entre los que destaca el Palacio Real. Si echamos un vistazo a las calles, los barrios del casco antiguo todavía conservan los edificios con fachadas de ladrillo que se caracterizan por su modesta decoración y los escasos detalles artísticos exteriores.
Si lo que queremos es recorrer la ciudad a través de sus famosos canales, tendremos que desplazarnos hasta la Estación Central para tomar algún barco turístico y verla desde una perspectiva muy especial y romántica.
Ámsterdam posee muchos espacios dedicados a la cultura. En el Barrio de los Museos comenzaremos con una visita al Museo Van Gogh. Junto a él también se encuentra el Museo de Arte Moderno, con obras y exposiciones temporales de arte contemporáneo.
También nos podemos desplazar hasta el Barrio de las Nueve Calles y entrar en la Casa de Anne Frank, donde podréis conocer la conmovedora historia de las familias que se ocultaron entre sus paredes para escapar de la persecución nazi.
El Anillo Este de la ciudad es una de las zonas más concurridas por su colorido Mercado de las Flores. Aquí podremos comprar desde bulbos de tulipanes hasta semillas de cannabis, todo muy holandés.
Existen diversas maneras de moverse por la ciudad, pero la más popular es usar la bicicleta. No has estado en Ámsterdam si no has recorrido parte de ella en este medio de transporte o has estado al borde de sufrir algún pequeño accidente utilizando sus típicos frenos contrapedal.
Efectivamente, nos falta mencionar dos espacios muy famosos de la ciudad. Aquí nacieron los coffeshops, esas famosas cafeterías donde se permite la venta y el consumo de resina de cannabis, y también el conocido Barrio Rojo, donde podremos pasear por las calles iluminadas con luces de neón. Resulta impactante ver como un país tan liberal y ético permite la prostitución de una manera tan comercial y abierta al público hasta casi convertirlo en una atracción turística.
Y no podemos marcharnos de la ciudad sin hacernos una foto en las letras gigantes de “I Ámsterdam” una atracción muy moderna que se ha convertido de forma involuntaria en el lema de la ciudad.