Hoy en día las personas buscan nuevos canales y formas de acceder a la educación, así como una mayor posibilidad de personalizar y construir su propio abanico de especialidades. Esto requiere que la educación abra las puertas del aula y se haga más interactiva, móvil, global y flexible.
Las escuelas tradicionales no están equipadas para dar este salto. Cambiar de una educación basada en la estandarización de los programas académicos, a una educación más individualizada, no es tarea sencilla. Los nuevos modelos apuestan por una formación individualizada, centrada en las capacidades de cada individuo, que trabaje las fortalezas y las dificultades de forma personalizada para asegurar un aprovechamiento óptimo de la formación recibida.
Esta personalización que ya están aprovechando otras industrias como la de la publicidad o el cine y que es posible gracias a las nuevas tecnologías, está cada vez más presente en la educación. Cada vez son más las iniciativas innovadoras que proponen nuevos modelos educativos y una nueva forma de aprovechar el aula de clases.
Nuevas tecnologías al servicio de la educación
Para que las escuelas puedan avanzar para conseguir un modelo educativo más individualizado y personalizado es necesario que se implementen las nuevas tecnologías en el aula y que se reestructure la forma de impartir clases, favoreciendo la interacción entre los estudiantes y la aplicación práctica de los conocimientos.
Los avances tecnológicos permiten un mayor acceso a la información, algo que antes solo era posible recurriendo a los libros de texto y a las lecciones del profesor. La posibilidad de obtener los conocimientos en la red y a través de la interacción con personas dentro y fuera del aula, gracias a las redes sociales y a herramientas como las aulas interactivas, cambia el papel del profesor en los nuevos modelos educativos.
El profesor como guía y el aula abierta
Nuevos modelos pedagógicos en los que las clases son más prácticas muestran al profesor como un supervisor y un guía que se asegura de que los estudiantes adquieren los conocimientos necesarios para superar el curso académico de forma exitosa. Un ejemplo de esto es el de la clase invertida, en la que los niños leen la teoría en casa y realizan los ejercicios prácticos en el aula.
Con estos métodos los profesores pueden centrarse más en cada alumno para resolver las dudas individuales. También se fomenta que los estudiantes trabajen en conjunto y que aprovechen los recursos tecnológicos que tienen a mano para resolver de forma autónoma las dificultades que se le presentan.
Este modelo es muy beneficioso para equilibrar el nivel de la clase. Los alumnos más aventajados serán más autónomos, ayudarán a sus compañeros y no se aburrirán pues los problemas prácticos se pueden adaptar a las capacidades de cada estudiante. Por otro lado, los alumnos que presentan algunas dificultades o trastornos de aprendizaje, se beneficiarán también pues el profesor puede centrarse más en ayudarlos y en encontrar métodos que les faciliten la comprensión y asimilación de conceptos.
El papel de las escuelas en la educación del presente es el de ser centros abiertos, en los que los alumnos puedan trabajar de forma más autónoma, accediendo a recursos dentro y fuera del aula a través de las nuevas tecnologías.
En las aulas del futuro la educación será más accesible para todos. Los profesores podrán determinar las necesidades individuales de cada alumno a través de la observación y el seguimiento personalizado, ofreciendo las herramientas necesarias para que cada alumno pueda avanzar en la adquisición de nuevos conocimientos. Con el avance de la tecnología, la educación se personaliza y se aleja de las plantillas predeterminadas de los modelos curriculares actuales.
Por María José Madarnás, editora de Maternidad Fácil.
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Foto: Tasmanian Archive and Heritage, vía Flikcr