La participación en los comicios de los españoles que residen en el extranjero es muy reducida. Un caída que se acentuó con la implantación del voto rogado. ¿Por qué? Analizamos los datos y lo comentamos con un estudiante español que vive en Brasilia.
Votar por correo se está dificultando este año. Tanto es así, que la Junta Electoral Central ha aumentado en dos ocasiones el plazo, ahora hasta el viernes 26 de abril a las 14:00 horas. También se ha ampliado el horario de oficinas de Correos, ante la gran cantidad de gente que está acudiendo para poder votar.
A pesar de estos esfuerzos por facilitar el acceso al voto por Correo, las peticiones para estas elecciones generales del próximo 28 de abril se han reducido un 8,7% con respecto de los comicios legislativos de junio de 2016, según los datos definitivos de la Oficina del Censo Electoral (el plazo para pedirlo, que no para ir a votar, se acabó el pasado jueves 18 de abril).
Pero, ¿y los que están en el extranjero?
Pues lo tienen mucho más complicado. Los españoles inscritos en el censo electoral de residentes ausentes (CERA) que viven en el extranjero pueden enviar su solicitud de voto por internet, además de por correo postal o fax. Esa es la teoría. Pero Manuel Domínguez, un estudiante que reside en Brasilia, nos ha contado en Capital Radio las dificultades que ha tenido para poder votar. Entre ellas, hacer hasta cuatro viajes a la embajada (que por suerte está en la capital de Brasil, donde el reside, pero los españoles que se encuentran en otras partes del país no tienen esa suerte y se tendrían que desplazar, si quieren ejercer su derecho a voto), encontrarse con información contradictoria y que ni los propios funcionarios de la embajada supieran qué tramites exactos se debían seguir.
Son más de 2,5 millones de españoles los que viven fueran de las fronteras de nuestro país, según el último Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero. Y el problema parece ser que llega con la implantación del voto rogado, que nace en enero de 2011 durante la reforma de algunos artículos de la Ley Órganica del Régimen Electoral General, pactada por PP y PSOE con el apoyo de Convergència i Unió y PNV.
Desde ese momento, los ciudadanos que residen en el exterior están obligados a rogar su voto y a someterse a un calendario electoral y burocrático, que según denuncian algunos colectivos, requiere muchos trámites en plazos muy concretos, lo que ha hecho que muchos electores tiren la toalla y ni siquiera intenten votar.
Algo que queda reflejado en la caída considerable del voto exterior, que pasó del 31,88% que en 2008, al 4,95% en las de 2011 (en los primeros comicios con el voto rogado) y al 6,3% en las de 2016. Este año se estima que solo un 7% de los españoles que viven fuera han pedido el voto.