Acción de Gracias ya está prácticamente aquí. Y en los hogares estadounidenses no hay mejor forma de celebrarlo que con un buen pavo.
Se espera que este año la producción de pavo en EEUU alcance los 3000 millones de kg aproximadamente. En general, el pavo suele ser una alternativa más sana a otras carnes, pero hay un problema, y es que el uso de antibióticos y otros fármacos plantean hasta qué punto es más saludable.
Por ello, Food Animal Concerns Trust (FACT) ha elaborado un informe a partir de las 20 mayores productoras de pavo y les ha preguntado sobre el uso de antibióticos, el uso de ractopamina, que se utiliza para promover el crecimiento del animal y de nitarsona, un aditivo que contiene arsénico.
¿Qué es lo que ha encontrado FACT? Por una parte, 8 de las 20 compañías consultadas no ha respondido a la encuesta. De las 12 empresas que sí han respondido, sólo dos no utiliza antibióticos ni ractopamina. Son Plainville Farms y Tyson. En el lado opuesto están Farbest Foods Inc., Kraft y Michigan Turkey que utilizan antibióticos tanto para prevenir enfermedades, como para estimular el crecimiento del pavo. Además, las tres utilizan ractopamina, también para acelerar el crecimiento del animal.
Sin embargo, sí es cierto que, si el animal enferma por una infección bacteriana, puede necesitar antibióticos para curarse, pero el problema está en que normalmente se le da antibióticos sin que haya ninguna enfermedad, es decir, se le administra con el fin de promover su desarrollo o a modo de prevención.
De las 20 empresas, 14 no indican por ninguna parte si tienen políticas que limiten el uso de antibióticos. Uno de los principales problemas que deriva de esto es la probabilidad de que se produzca una resistencia a los antibióticos. Según Centers for Disease Control and Prevention (CDC) cada año en EEUU, al menos 2 millones de personas enferman por bacterias resistentes a los antibióticos y unas 23.000 personas fallecen como consecuencia de esto. Por ello, FACT recomienda evitar todo tipo de carnes procesadas por compañías que se niegan a responder cómo se producen los productos que venden.