Artículo escrito por José Caturla Consejero Delegado de Aviva Gestión
Aunque pueda parecer el título de una novela de suspense, en este caso quiero referirme a las inversiones en renta fija en el momento actual. Los tipos de interés se encuentran en mínimos históricos ofreciendo rentabilidades nominales realmente bajas y claramente por debajo de la media histórica (las desviación frente a la media histórica de las rentabilidades reales son algo menores, dado que la inflación se encuentra en mínimos históricos igualmente).
Los motivos por los que los tipos de interés están tan bajos son básicamente la debilidad del crecimiento económico con un serio riesgo de entrar en una fase deflacionista, que ha provocado finalmente la intervención del BCE que ha decidido actuar mediante la implementación de compra de deuda en el mercado.
Teniendo en cuenta los volúmenes de compra anunciados (60 bn al mes) así como el periodo fijado (en principio hasta septiembre de 2016, aunque con posibilidad de alargarlo el tiempo que sea necesario) no parece fácil prever una subida de tipos en el corto plazo, e incluso hay quien apuesta porque seguirán bajando, ya que es cierto que con un comprador en el mercado de semejante tamaño la demanda debería superar a la oferta y que por tanto, lo más probable es que los tipos de interés se mantengan en estos niveles o incluso bajen algo más.
Sin embargo, nuestro argumento es el siguiente: Por una parte, el mercado conocía desde hace tempo la intervención del BCE, por lo que ya ha descontado la mayor parte sino la totalidad de la bajada de tipos. Por otro lado, precisamente las compras de deuda en el mercado por parte del BCE así como el resto de medidas de inyección de liquidez adoptadas por ese organismo, van buscando provocar una recuperación de la economía y por ende un aumento de la inflación que nos aleje del fantasma de la deflación. Si estas medidas tienen efecto, como nosotros esperamos, la inflación podría empezar a recuperar en los próximos meses, lo que podría a su vez provocar un cambio en la tendencia a la baja de los tipos.
Si esto se produce, el daño que podría producir en muchas carteras que, para aumentar la rentabilidad, han estado alargando duraciones comprando la parte más larga de la curva, podría ser muy importante y que se tardaría mucho en recuperar. Para explicar esto con más claridad veamos un ejemplo: En una cartera con una duración de 9 años (la duración aproximada de un bono a 10 años) un repunte del tipo a diez años de 100 puntos básicos (un 1%), que pasara del 1,25% al 2,25% (todavía claramente por debajo de la media histórica y a niveles inferiores en los que nos encontraban hace menos de 12 meses) provocaría una perdida inmediata de un 9% del valor de la misma; suponiendo que los tipos se quedaran en el 2,25%, se tardaría más de 7 años en recuperar el valor original.
Por todo lo anterior, posicionarnos en la parte larga de la curva, aunque permite incrementar algo la rentabilidad a corto plazo, implica asumir un riesgo excesivamente elevado y completamente asimétrico comparado con los beneficios que pueden conseguirse.
En nuestra opinión, la probabilidad de que los tipos repunten es baja, pero los daños que podrían causar en las carteras con duraciones grandes no justifican el riesgo de invertir, en estos momentos, en el largo plazo.