Siete años de historia (tres en bolsa) le ha costado a Moderna entrar a formar parte del índice bursátil más emblemático del mundo, el S&P 500. En lo que va de año se ha revalorizado un 160% y en los últimos diez meses un 360% Esta es la historia de un chicharro que hoy entra en el índice general de Wall Street.
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
La firma biotecnológica entra en el índice general de Wall Street con una valoración superior a los 13.000 millones, pero con mucha incertidumbre en el futuro
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Moderna vuela en bolsa. Y la culpable es la competencia. Como lo oyen. Porque si al laboratorio anglosueco, AstraZeneca no se le hubiera ocurrido comprar Alexion Pharmaceuticals, hoy nada de esto que les contamos tendría sentido.
Y es que, como decía el mítico José Mota, “las gallinas que entran por las que salen” una máxima que se aplica en los campos de Castilla y también en Wall Street. Este miércoles se hace efectiva la transacción y por 39.000 millones de dólares Alexion Pharmaceuticals sale del S&P500 y en su lugar entra una farmacéutica que ha hecho de la pandemia las mieles de su negocio, Moderna.
Una empresa que salió a cotizar un 7 de diciembre de 2018 a poco más de 17 dólares el título y que hoy despunta como uno de los valores más alcistas del principal mercado del mundo, Wall Street.
Una modesta startup
Los primeros años de Moderna estuvieron envueltos en el secretismo. Nació como una startup, Moderna 1.0, que su consejero delegado, Stéphane Bancel, en una entrevista en Newsweek definía como una empresa en hipercrecimiento aunque siempre, apunta, con los pies en la tierra.
En 2013, de cuando datan los inicios de la firma, la tecnología de Moderna sólo se ensayaba en los laboratorios, no así en personas porque, ellos mismos decían, no estaban preparados. Aún así ya estaban levantando el interés del sector y de otro nombre propio de “bandera” estos últimos meses, AstraZeneca, uno de los mayores fabricantes de medicamentos del mundo.
La anglosueca acordó hace ahora ocho años invertir nada más y nada menos que 420 millones de dólares, proporcionando así una validación pública crucial para la joven empresa biotecnológica que luchaba entonces por hacerse un hueco entre “gigantes”.
La escalada en la recaudación de fondos desde entonces fue más que reseñable, pasando de una ronda de 110 millones de dólares completada en 2013, a 450 millones de dólares en 2015 y otros 474 millones en 2016. De hecho, en las últimas rondas, Moderna consiguió nuevos inversores como Fidelity y Viking.
Su primera "vacuna"
Y fue a partir de aquí cuando Moderna se planteó el desarrollo de una vacuna que, por supuesto, nada tenía que ver con una COVID-19 que todavía no había barrido el mundo.
Cuatro años después de su nacimiento, concretamente en enero de 2017, Moderna reveló su primera ronda de candidatos vacunales, incluyendo antídotos contra el Zika o la gripe. Unos meses más tarde, la biotecnológica publicó los primeros datos sobre humanos de su plataforma.
Y la financiación siguió llegando, con Moderna completando una nueva ronda de 500 millones de dólares a principios de 2018. Ejercicio durante el que los ejecutivos decidieron presentar la documentación ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) para salir a cotizar a los mercados.
Por aquel entonces, la compañía había recaudado ya más de 2.500 millones de dólares y atrajo la atención de los principales actores de la industria farmacéutica, cerrando acuerdos con Merck y Vertex Pharmaceuticals.
Llega al mercado
La salida a bolsa se efectuó en 2018 (ya lo hemos dicho) y fue la “puesta de largo” más grande para cualquier empresa biotecnológica de la historia: obtuvo 563 millones de dólares en beneficios netos y fue valorada en unos 7.500 millones de dólares.
Una valoración de mercado que hoy deja bastante atrás y es que entra habiendo duplicado casi su valor por encima de los 13.000 millones de dólares de capitalización.
Y tras esta historia, llegó la COVID-19 y la “carrera de las vacunas”. El compuesto experimental de Moderna fue el primero en comenzar los ensayos clínicos en humanos a mediados del mes de marzo de 2020, poco después del cierre del mundo… y el 16 de noviembre ya anunciaba que el compuesto estaba listo.
La tecnología del ARN mensajero, aquella que “enseña” a nuestro organismo a defendernos del virus, y que en Moderna llevaban ya tiempo probando con otra serie de enfermedades, fue el gran caballo de batalla que procuró el éxito de la compañía.
Con los primeros rumores del compuesto “pegó un salto” en bolsa en apenas un mes. Entre junio y julio de 2020 se revalorizó desde los 62 a los 94 dólares/título.
Así las cosas el 16 de noviembre, día del anuncio de que su vacuna estaba lista, sus títulos estaban lejos de donde empezaron a cotizar en 2018, concretamente, a 90 dólares de distancia. Una semana después, con el ánimo inversor ya pausado (y el mundo expectante) Moderna rompió, por primera vez en su historia, el soporte de las tres cifras y sus títulos se dispararon por encima de los 127 dólares.
Luego llegó el 18 de diciembre, cuando la Agencia Federal de Medicamentos y Alimentos (FDA) aprobó el uso de emergencia de su vacuna en Estados Unidos. Aquel día los títulos rebotaron por encima de los 140 dólares. En este lapso de tiempo, entre noviembre y diciembre pasó de valer la acción apenas 67 dólares a llegar a los 156.
El 6 de enero, como regalo de Reyes, fue la Agencia Europea del Medicamento (EMA) la que le dio la luz verde para repartir sus viales en uno de los mercados más grandes del mundo con 450 millones de personas, la Unión Europea. Entonces, las acciones corrigieron hasta los 112 dólares, aunque no dejaron de lado su senda al alza.
Y subiendo y subiendo… el rally que deja Moderna dibujado sobre el gráfico habla de una revalorización en el año del 194%, según los datos consultados de Refinitiv mientras que la volatilidad del títulos. Mientras tanto, los beneficios por acción para los accionistas se ha disparado más de un 2.000% desde hace ahora un año.
El peligro de la firma
Dado su espectacular rally, Moderna ha agotado ampliamente su potencial alcista de acuerdo con el precio objetivo de consenso de la veintena de firmas que dan cobertura al valor y que se sitúa en 187,71 dólares, según los datos de Bloomberg. ¿Momento de tenerla en cartera? Sí, según Rafael Ojeda, de Fortage Fund, aunque con "cuidado".
Crear una nueva generación de medicinas, esa es la visión de una empresa que siendo el chicharro del sector en el Nasdaq, donde cotizaba hasta ahora, sobrevive en el mercado, de momento, con el único soporte de la vacuna contra la COVID-19 porque más medicamentos no tiene en su cartera.
De momento, la que en su día fue una startups de unos millones de dólares hoy entra en el S&P500 como una abanderada de la medicina. El tiempo dirá qué pasa con un valor que ya se le conoce en bolsa como “la Tesla de la biotecnología”.