No querían generar pérdidas y buscaban minimizar el impacto al contribuyente de la crisis financiera de 2008. Para ello el Gobierno creó el que a la historia pasará como el ‘banco malo’, la SAREB.
Para ello el Gobierno creó el que a la historia pasará como el ‘banco malo’, la SAREB. Hito para la economía del que esta semana se cumplen diez años de su puesta en marcha.
Escucha el resumen de la última década para la banca en este podcast de Mercado Abierto:
El "mal llamado" banco malo creado para absorver los activos tóxicos de las entidades bancarias tras la crisis de 2012 se enfrenta a la liquidación tras la toma de control
Viernes 31 de agosto de 2012, primeras horas de la tarde. El entonces ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, comparecía tras un Consejo de Ministros llamado a aprobar las normas de reestructuración del sistema bancario español.
Entre las que se incluía la creación de una sociedad, el “mal llamado” banco malo que se encargaría de comprar los inmuebles y, en general, el resto de activos tóxicos de las entidades bancarias rescatadas – en su mayoría cajas de ahorros – que, una década de vida después, ha obligado al Estado – en definitiva – al contribuyente, una deuda de 35.000 millones de euros.
A pesar de que la vicepresidenta del Gobierno durante aquellos años, Soraya Saenz de Santamaría insistiera en que no iba a costar “ni un euro”. Porque era un problema que habían creado los bancos y que los bancos tendrían que resolver.
Y que lo hicieron, pero con dinero de la Unión Europea que el ciudadano de a pie pago caro con la troika pisando los talones y los hombres de negro acechando en cada esquina.
En ese texto no sólo se incluían los compromisos adquiridos con los socios europeos para recibir la ayuda financiera sino que se iba más allá y se reforzaban las competencias del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) como autoridad de resolución, se limitaban nuevamente los sueldos en las entidades con ayudas y se establecía un reparto de los costes en caso de rescate. Condiciones que la banca no se tomó bien, pero que tuvieron que acatar.
Porque aclaraba Jean-Claude Juncker, presidente en 2012 del Eurogrupo, que habría facilidades a las entidades financieras, pero avisaba que evitar su caída no iba a salir gratis. En concreto, fueron 100.000 millones de euros.
Para 'sanar' a España
La SAREB se creó para limpiar el balance de los bancos rescatados de los activos tóxicos, como préstamos impagados o inmuebles adjudicados. El Estado, a través del FROB, asumió casi el 46% de las acciones de esta sociedad. El resto se quedó en manos de la mayoría de las grandes entidades bancarias, algunas aseguradoras y, posteriormente, la filial inmobiliaria de Iberdrola, con una participación testimonial.
Se creó con 50.000 millones de euros en activos y con el objetivo de llegar a 2027 con una desinversión completa de la misma, sin generar pérdidas y sin incrementar el coste del rescate bancario. La SAREB en su día tenía una naturaleza privada, pero la deuda que se emitió para cubrir la adquisición de los activos tóxicos de la banca estaba respaldada por el Estado.
Así ha sido hasta marzo de 2021 cuando el Gobierno decidió tomar el control total a través de un real decreto para poder hacerse con una participación mayoritaria. Textos que justificaba en febrero en la Cadena SER la vicepresidenta económica, Nadia Calviño.
Diez años después, la SAREB está en manos de Javier Torres, afín al Gobierno de Pedro Sánchez. Movimiento que con el fin puesto en la liquidación es el capítulo final, dicen, de la crisis financiera de 2008.