La historia de la lotería en España se remonta a 1759. Por aquel entonces, Carlos III zarpaba desde Nápoles hasta España para empezar su reinado. Cuando llega se encuentra con una España anticuada, que necesita una remodelación y para eso, dinero. Y precisamente desde allí, desde Nápoles, se trae una idea que allí ya lleva implantada la friolera de cuatro siglos y que funciona muy bien para ingresar dinero en las arcas públicas: Por supuesto, la lotería.
Tendrán que pasar varias décadas para que nazca lo que ahora conocemos como la lotería de Navidad. Lo curioso es que, aunque nosotros la identificamos con la felicidad, lo cierto es que nació para financiar una guerra: la guerra de la Independencia.
El bando antinapoléonico necesitaba dinero para expulsar a las tropas francesas de la península. Así que en la época de las Cortes de Cádiz, el ministro de la Cámara de Indias pensó en la lotería como un medio para aumentar los ingresos sin alterar la vida de los contribuyentes.
Así, el primer sorteo de Navidad se celebró el 18 de diciembre de 1812, dando el primer gordo por valor de 8.000 pesos a un español de a pie que compró el décimo por solo 40 reales.
No fue hasta el siglo 18, con la llegada de Carlos III, cuando nacía en España la lotería, pero las primeras modalidades de este juego aparecieron ya en el siglo 14 en Italia. Y los primeros atisbos de que los humanos jugaban ya a las apuestas datan de hace 40.000 años, según algunas fuentes. Momento en el que se descubrieron unos dibujos en las cuevas del neolítico y unos objetos que parecían ser unos juegos de dados.
Los primeros documentos que corroboran que efectivamente ya se empezaba a jugar a las apuestas en Europa, son de la Roma y la Grecia Antigua, donde apostaban por los juegos y por la libertad de esclavos. A partir de ahí los juegos del azar tardaron 17 siglos en consolidarse hasta que en 1638 se construyó el primer casino en Venecia.
Al otro lado del charco arrancaron más tarde, claro, que por aquel entonces los Estados Unidos todavía no eran ni siquiera país. Por eso se entiende por qué tardaron tres siglos más que Europa en construir casinos. Pero espabilaron rápido, porque a pesar de todo fueron los primeros del mundo en legalizar los juegos de azar. Parece lógico que no podía ser en otro sitio que no fuera el estado de la Ciudad del Pecado, la que hoy conocemos por sus casinos y sus juegos: por supuesto, Nevada, el estado de Las Vegas.
Y de las Vegas, a España, a la lotería de Navidad, a que "aquí, el mejor premio es compartirlo". Compartirlo entre nosotros, pero también compartirlo con el Estado. Porque la lotería empezó para eso, para que el primero en ganar fuera el Estado.
La lotería es una máquina de hacer dinero para Hacienda. Por un lado, con los impuestos directos sobre los décimos y los premios. Claro, que también, la lotería hace que se mueva más dinero, y casi cualquier operación monetaria lleva un guiño tributario para el Estado. Nos lo explicaba Marcelino Blanco, director de planificación patrimonial de Andbank.
Eso de manera indirecta pero por cada persona que gana un premio de más de 10.000 euros, Hacienda ingresa directamente un 20% en impuestos. Es decir, que por cada premio gordo las arcas públicas ingresan 78.000 euros.
Según el informe anual de Gestha, el sindicato de técnicos de Hacienda, este año las arcas públicas ingresaran en torno a 188 millones de euros por la tributación del conjunto de premios, un 8% del total de lo que se va a repartir en premios.
Por otro lado, el Estado ingresa el 30% del total de las emisiones de la Lotería de Navidad en calidad de gastos de gestión. Es decir, que de los 3.300 millones de euros totales que emite el Estado para la Lotería de Navidad, las arcas públicas ingresan 990 millones.
Fíjense si le es rentable al Estado la lotería, que según Blanco, diez de cada 20 euros de los décimos premiados son para el Estado.
Según estimaciones de Marcelino Blanco el Estado se lleva 3.000 millones de euros por celebrar el sorteo de la Lotería de Navidad. Según datos de los presupuestos generales del Estado de 2017, solo con esos 3.000 millones que ingresan las arcas públicas por la lotería, el Estado puede más que pagar los gastos de una partida tan importante como la de Educación, que el año pasado costó 2.525 millones.
Como dicen en el slogan de la lotería de Navidad, "el mejor premio es compartirlo", compartirlo con todos. Pero ya saben, con el que más, con el Estado.