Se trata de un impuesto indirecto de carácter temporal que debería obligar a que las grandes multinacionales tecnológicas paguen al fisco por ingresos de actividades que en la actualidad eluden a las haciendas europeas. Compañías como Apple, Facebook o Google localizan de forma ficticia sus operaciones en pequeñas filiales ubicadas en países donde el impuesto de sociedades es prácticamente nulo.
El inspector de Hacienda del Estado José María Peláez considera que la medida es un mero parche, un sustituto temporal que no soluciona de ninguna manera el problema de origen: “Hay hipocresía de la Unión Europea, porque no quieren combatir esta figura de ventajas fiscales y ahora se inventan una tasa para sacar algo".
Mientras el resto de empresas pagan en el impuesto de sociedades una media del 23%, las grandes tecnológicas tienen una tasa impositiva media del 9,5% en territorio comunitario, que se reduce a menos del 1% en muchos casos gracias a la utilización de figuras como el doble irlandés (combinación de empresa en Irlanda con otra en paraíso fiscal).
Solucionar el problema con una reforma fiscal europea es poco probable, dada la posible oposición de países como Irlanda, Holanda, Luxemburgo o Malta. “Cuando en Europa dicen que se aprueba una medida temporal pues todos sabemos que será definitiva en unos años y las empresas digitales pagarán solo un 3%" explica el inspector.
Bruselas confía en que la nueva tasa le permitirá recaudar unos 4.800 millones de euros si finalmente la cifra finalmente se sitúa en el 3%. Si fuera el gravamen más elevado del 5% la cifra ascendería hasta el 7.000 millones.