Volvemos del parón de las vacaciones a medio gas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en las hamacas de la residencia del líder del Ejecutivo de vacaciones aquí al lado, en la finca Quintos de Mora, en Los Yébenes, en Toledo.
Pablo Casado, el líder de la oposición de cuarentena tras haber contraído la COVID-19 en esta escalofriante ola de la pandemia, de nombre propio ómicron, que no conseguimos terminar de surfear.
Escucha el resumen semanal completo en este podcast de El Balance:
Entramos en el nuevo año con una clase política a medio gas y una pandemia desbocada que amenaza, también, al campo
Alberto Garzón, ministro de Consumo ha sido el protagonista. Le escuchamos defenderse en la Cadena SER, hace cosa de dos días, en plena vorágine de críticas tras sus palabras en el diario británico ‘The Guardian’ sobre el peligro que suponen las macrogranjas para la calidad de los productos exportados.
En otras palabras, vino a decir que la carne que España exporta el extranjero cuenta con ciertos estándares de calidad más “controvertidos” debido a la forma de crianza de los animales en cuestión.
Y claro, las declaraciones no sentaron bien. En ASAJA, su presidente, Juan José Álvarez, pidieron su cese aunque de una manera poco elegante. Insulto mediante.
Y las comunidades autónomas donde la ganadería tiene peso sobre el PIB a ver quién daba más. Castilla y León diciendo que su carne es de “mucha calidad”. Castilla-La Mancha, un poco lo mismo. Al tiempo que desde Extremadura, una de las regiones ganaderas por excelencia de nuestro país, el portavoz de la Junta, Juan Antonio González, ponía en valor la tierra extremeña y llama a Garzón a repensarse sus palabras.
ANAFRIC, la asociación que engloba a los ganaderos, también reclamaron a Pedro Sánchez y a su segunda de a bordo - líder de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición - la vicepresidenta segunda y ministra de trabajo, Yolanda Díaz que se lo quitaran de en medio. Pero nada.
Díaz en un mensaje en Twitter, lejos de quitarle la razón a su ministro, lo apoyó. Sánchez debía estar haciéndose un chuletón al punto, como a él le gustan, en su finca de recreo y, eso sí, el resto del Gobierno optó por echarlo a los tiburones. En Onda Cero, la ministra de Educación, Pilar Alegría, haciendo gala de la cartera que ostenta tiró por las de Villadiego y dijo que las opiniones son de cada uno.
Otra socialista, en este caso la portavoz del Ejecutivo en su conjunto, Isabel Rodríguez, más de lo mismo, pero esta con un mensaje claro de apoyo a la ganadería.
Una posición que también ha defendido una excompañera del Consejo de Ministros, la exvicepresidenta, Carmen Calvo quien, aun así, no ha desautorizado del todo a Garzón poniendo de manifiesto la necesidad de contar con un modelo ganadero “sostenible”.
Pero la cascada de críticas fue sin parar. El líder de la oposición, Pablo Casado - quien, recordemos, estaba en casa enferme - ha exigido “responsabilidades y una rectificación inmediata” en su cuenta de Twitter. También el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, afirmó que el Gobierno atacaba “de nuevo” a los ganaderos.
Por su parte, Ciudadanos ha anunciado que registrará una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados para la reprobación de Garzón por sus declaraciones.
¿Es verdad lo que dice Garzón?
Las macrogranjas concentran una gran cantidad de ganado para producir carne en masa en un espacio reducido. Esto es, el máximo exponente de la ganadería industrial. ¿Son un problema? No, pero si existen los controles pertinentes.
Y es que, a veces, sí que nos pueden poner en peligro. En España, en 2020, se sacrificaron más de 910 millones de animales, 1.700 animales al minuto, y esa cantidad tan grande de animales deriva de la ganadería industrial, la extensiva o ecológica no puede generar esto.
En España, las actividades ganaderas son responsables del 67% de las emisiones del sector, y aumentaron en un 1,4% en 2020, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Luces y sombras de la reforma laboral
Algo de coincidencia sí que tiene. Porque tenemos a ERC, PNV y EH Bildu quejándose de todo. Y al PP con pesadumbre, pero disputa en sus filas. Y es que este año 2022 el Partido Popular lo empieza de vuelta y media.
La posición de su líder, Pablo Casado, es ciertamente paradigmática. No está por la labor de dar oxígeno a Pedro Sánchez, y ahí se encuadra su decisión de oponerse a una iniciativa que se ha pactado con la patronal, que critican por insuficiente los socios del Ejecutivo y apoyan los sectores más moderados de la derecha.
El caso es que hemos sabido que en el equipo económico del expresidente popular hay malestar por la oposición del PP a una reforma que ven “equilibrada” y que “consolida los aspectos nucleares de la reforma del 2012 del PP”.