Pavel Gómez del Castillo, Responsable Comunicación de Crédito y Caución, ha presentado el último informe de la compañía en el que se analiza el cambio de ciclo político que ha llegado al Reino Unido. Gómez del Castillo reconoce "que la Unión Europea ha dejado de ser visto como el causante de todos los males para ser considerado un socio estratégico". Así queda demostrado que tiene un complejo acercamiento a la UE por delante.

El responsable de comunicación de Crédito y Caución, cree que va a ser difícil que se modifiquen los acuerdos existentes desde el Brexit. Gómez del Castillo estima una previsión de crecimiento del 0,9% y el año se acercará al 2%. En cuatro años el Reino Unido tiene más barreras comerciales y ha perdido mucha influencia en Bruselas. Tiene bajas tasas de inversión y de productividad. Añade que "La UE supone el 52% de sus intercambios comerciales, el mismo nivel que antes del Brexit, con lo que no ha sabido reconducir sus relaciones económicas".

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Así están las relaciones del Reino Unido y la UE

Pavel Gómez del Castillo, Responsable Comunicación de Crédito y Caución, presenta el último informe de la compañía sobre el momento de los intercambios entre ambos bloques.

Las claves del informe

De acuerdo con las previsiones de Crédito y Caución, el PIB británico seguirá en 2024 y 2025 por detrás de su potencial debido a limitaciones estructurales como la escasa inversión, la baja productividad y las barreras comerciales creadas por el Brexit. En este contexto de debilidad económica, la búsqueda de una relación más fluida del país con la Unión Europea, que supone el 52% de sus intercambios comerciales, se ha convertido en una prioridad estratégica para la nueva Administración.

El cambio de tono hacia la Unión Europea es significativo, pero pasar de las palabras a los hechos no será fácil ante el compromiso de no reabrir negociaciones sobre aspectos fundamentales del acuerdo post-Brexit.

La atención inmediata se centra en un nuevo acuerdo alimentario y veterinario que simplifique los controles fronterizos de productos animales. Una relación más positiva con Europa en este terreno podría allanar el camino para facilitar el comercio en otros ámbitos y agilizar las cadenas de suministro en sectores como las industrias manufactureras, los servicios financieros, los servicios digitales, las empresas tecnológicas y la logística, que se encuentran entre los más afectados por la situación actual.

Sin embargo, los partidarios del Brexit se han apresurado a criticar la posibilidad de este nuevo acuerdo si supone aceptar la supervisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Por su parte, la Unión Europea no puede dar trato preferente a un país que ha rechazado las ventajas y obligaciones del bloque comercial. Cualquier cambio en el acuerdo de comercio y cooperación posterior al Brexit será lento, ya que tendrá que equilibrar cuidadosamente los intereses de Reino Unido y de los 27 Estados miembros de la Unión Europea.

Para sentar a la Unión Europea en una mesa de negociación, la nueva Administración británica debería ofrecer incentivos claros, pero cualquier insinuación de un mayor alineamiento normativo o una actitud más abierta a la libre circulación sería objeto de críticas internas por socavar el ideal del Brexit.

En paralelo, la nueva Administración de Reino Unido seguirá esforzándose por cerrar nuevos tratados comerciales con el resto del mundo. Un acuerdo bilateral con Estados Unidos parece improbable a corto plazo, pero reanudará las negociaciones con países como India, Corea del Sur, Turquía o Suiza.