El tiempo corre en contra de Abengoa. Todo apunta a que la empresa tiene solo días de vida, aunque la empresa no ha respondido a la petición de confimación por parte de Expediente Abierto. Sería el tercer rescate de Abengoa en cinco años.
Repasamos la historia de esos tres rescates y sus diferencias entre sí en este podcast de Expediente Abierto.
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El primer rescate
La historia de penurias empresariales de Abengoa empieza en agosto de 2015. La compañía, fuertemente endeudada, anunciaba una ampliación de capital de 650 millones de euros para recapitalizar la empresa y ampliar el programa de desinversiones. Una ampliación que Gonvarri, filial de Gestamp, se comprometió a respaldarla con 350 millones de euros. Meses después ese plan se fue al traste. Gestamp retiró su compromiso porque no se cumplieron determinadas condiciones financieras a las que estaba sujeto el acuerdo.
Quedaban apenas unos días para que terminara el año. Con la Navidad llegó el acuerdo con acreedores ante una deuda millonaria. Ya adentrado el 2016, los Reyes Magos trajeron carbón bajo el brazo: la presentación de un preconcurso.
Pasaron los meses y en septiembre la compañía formalizó el acuerdo del plan de rescate. En noviembre la justicia lo aprobó y así Abengoa dijo adiós -solo de momento- al fantasma de la quiebra.
El segundo rescate
Pero el sueño tardó dos años en convertirse de nuevo en pesadilla. Porque en octubre de 2018 volvió a presentar un plan de rescate a sus acreedores para obtener liquidez inmediata y refinanciar algo más de 3.000 millones de euros de deuda neta corporativa. Eso sí, esta vez la empresa seguía funcionando, no estaba en preconcurso como en 2016.
¿Cómo podía ser que la empresa hubiera tardado solo 2 años en volver a pedir otro rescate? La empresa lo explica actualemente en su página web diciendo que la “normalización de la actividad” tras la reestructuración había “sido más lenta de lo esperado”.
En enero de 2019 publicaron un nuevo plan de viabilidad de la empresa para los próximos 10 años. Pero no duró mucho más de un año porque en marzo de 2020 Abengoa ya anunciaba que estaba revisando ese plan “por el impacto de la crisis del coronavirus” (cuando solo llevábamos una semana con Estado de Alarma).
En mayo Abengoa anunció el tercer rescate y explicó que lo hacía porque el patrimonio neto de la Sociedad era de 388 millones en negativo por culpa del gasto por deterioro sobre la participación en Abengoa Abenewco 2, sociedad con la que emitió bonos convertibles en el segundo rescate por 1.423 millones de euros.
Las diferencias entre los tres rescates
La primera diferencia es que Abengoa ya no es el gigante que era. En el primer rescate había más de 20.000 millones de euros en pasivo comprometidos para el sistema financiero español. Hoy en día es menos de la mitad, unos 8.000 millones.
Además, el sector bancario ya ha "aprendido la lección" y las entidadas financieras han ido librándose de las participaciones que tenían en la compañía fruto de los canjes de deuda. Con ellas se jugaban millones de euros.
Ya son tres rescates en cinco años. Por menos, la opinión pública ha demonizado los rescates al sector financiero durante la crisis, que podría haber arrastrado a la economía si no se ejecutaban estas ayudas. La situación de Abengoa es diferente a la de los bancos hace una década: la exposición del sistema financiero a la compañía ha ido disminuyendo con los años.
Por último, la situación de la empresa es diferente a las anteriores. Ahora no se ha solicituado preconcurso como sí se hizo en el primer rescate. Sin embargo, a pocos días de que se agote la liquidez de la empresa todavía no hay acuerdo de rescate, según apuntan los medios de comunicación, lo que podría derivarla a un concurso de acreedores en las próximas semanas.