El plan del BCE es mantener en 80.000 millones de euros el volumen de compra de activos hasta que acabe marzo, y a partir de abril reducir el volumen de compras a 60.000 millones de euros hasta diciembre de 2017. Eso sí, la entidad no descarta ampliar la compra de activos (en cantidad o en duración) más allá de 2017 si fuese necesario y "hasta que observe un ajuste sostenido en la senda de inflación".
El italiano muestra cautela en un momento en que la incertidumbre política crece, con las elecciones de Holanda y Francia a la vuelta de la esquina y unos riesgos internacionales, que aunque a la baja, persisten. En esta reunión, el BCE se muestra más optimista que en ocasiones anteriores y elimina del comunicado oficial la tradicional frase "el Consejo de Gobierno actuará utilizando todos los instrumentos que le permite su mandato", porque según Draghi "ya no existe la urgente necesidad por tomar mayores acciones."
Draghi se mantiene firme en su apoyo a la política monetaria ultraexpansiva a pesar de que las divergencias con la Reserva Federal estadounidense son cada vez mayores (está previsto que la FED eleve el precio del dinero la próxima semana), algo que podría poner en riesgo la estabilidad de los mercados financieros, según la OCDE. El presidente del BCE se mantiene fiel a la hoja de ruta marcada pese a las presiones crecientes que llegan desde Alemania, sobre todo ahora que la inflación de la eurozona ha alcanzado el 2% y los datos de crecimiento son mejores de lo esperado.
Como en anteriores reuniones, el italiano insiste en que este ascenso del IPC se debe a la recuperación de los precios del petróleo, mientras que la tasa subyacente se mantiene en el 0,9%. Un argumento que no parece ser suficiente para gran parte de los ciudadanos alemanes en año de elecciones y con las dificultades que afronta el mayor banco del país.
Draghi defiende que la política monetaria "es un éxito", al tiempo que eleva las previsiones de inflación y de crecimiento económico para 2017 y 2018. Para este año el organismo monetario pronostica un crecimiento del PIB de la eurozona del 1,8% (frente al 1,7% anterior) y del 1,7% para 2018. En el caso de la inflación, eleva del 1,3% al 1,7% el dato de 2017 y del 1,5% al 1,6% en 2018. En cuanto a 2019 mantiene el PIB en el 1,6% y el IPC en el 1,7%.
El italiano defiende también la fortaleza del euro y descarta su ruptura en un momento de elevado euroescepticismo en el bloque comunitario.