Recuerdo ese día de verano de 2013 en el que Luis Vicente Muñoz me invitó a comer a un asiático de Madrid. Entre pieza de sushi y rollito de primavera, él me iba trazando su plan. Yo le miraba, y me iba imaginando una bacía sobre su cabeza y una lanza en su mano derecha. ¡Menuda aventura quijotesca! En aquél verano la España mediática era un erial repleto de gigantes malvados. ¿Una start up de profesionales del periodismo económico, justo ahora?, pensaba.
Unos meses después yo también era un poco Don Quijote, y ya estaba haciendo mis primeras crónicas desde Nueva York para Capital Radio. Así se llamaba, Capital Radio: “capital” de relativo a la cabeza, de principal, de importante, de dinero y economía. Me imaginaba la redacción de Madrid como una mesa con un par de micrófonos y poco más. Y así era: Las crónicas se hacían con los obreros pululando de un lado a otro, me contaban.
Cuando regresé a Madrid unos meses después, lo que me encontré fueron unas instalaciones que eran la envidia de cualquier radio y un equipo que funcionaba como si llevara toda la vida junto. De hecho, ése es el secreto: el equipo lleva años trabajando junto, y por eso hace la mejor radio económica.
Desde entonces le he dado un nuevo sentido a la terminología económica: la prima de riesgo hace referencia a la galleta que te puedes dar como start up mediática; inflación es la subida imparable de nuestra audiencia; índice de confianza del consumidor hace referencia a ese nudo en el estómago que te produce no tener garantizada tu existencia el año que viene; Mario Draghi es el tipo que hace que nuestros oyentes se multipliquen por diez.
Hoy cumplimos un año. Un año trepidante en el que hemos creado una radio que nos apasiona a todos los que la hacemos, eso se lo puedo prometer. Es el primero de muchos. ¡Capital Radio! Gracias por elegirnos.