¿Qué ocurre? EEUU ha anunciado nuevas normas para impedir la evasión fiscal empresarial. Este régimen pretende poner trabas a una práctica bastante común por parte de algunas compañías estadounidenses: comprar empresas de países que cobran menos impuestos y trasladar allí su domicilio fiscal con el objetivo de reducir sus facturas. Algo que afecta de lleno a Pfizer, que planea redomiciliar su sede en Irlanda, que es donde se encuentra la base de Allergan.
Estas nuevas reglas restringirían la deuda vinculada a las filiales estadounisenses en aquellos acuerdos que no financian nuevas inversiones en EEUU, sino en el extranjero.
El presidente Obama ha pedido en repetidas ocasiones la necesidad de regular este asunto. Ahora el Tesoro ha entrado en acción y ha anunciado que impondrá un límite de tres años en las empresas extranjeras que adquieren activos estadounidenses para evitar los límites de propiedad de cara a futuros acuerdos de inversión.
En pocas palabras, las ofertas de Allergan de los últimos tres años no cuentan al hacer los cálculos del acuerdo entre la irlandesa y Pfizer, puesto que cumplen con el umbral de inversión establecido. Estas ofertas incluyen varias operaciones de Allergan: su fusión con Actavis por 66.000 millones dólares, la compra de los laboratorios Forest por 25.000 millones y la adquisición de Warner Chilcott por 5.000 millones.
Según el acuerdo entre Pfizer y Allergan, cualquiera de las partes podrá dar por terminado el acuerdo si un cambio en la ley estadounidense hace que la compañía combinada pase a ser tratada como una empresa doméstica de EEUU por motivos de impuestos federales. La parte que decida terminar el acuerdo deberá pagar a la otra 400 millones de dólares por los gastos tal y como establece el convenio.
Ambas compañías esperan que la fusión finalice en el segundo semestre de este año, una operación valorada en más de 160.000 millones de dólares.