“Llegaremos hasta donde tengamos que llegar”. Con esta declaración de intenciones, Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) mostró hace unas semanas su disconformidad por las ayudas al colectivo de autónomos. La falta de apoyos a los trabajadores autónomos es una constante durante toda la pandemia y supone una amenaza directa a la productividad de un país donde el 98% del tejido empresarial lo conforman las PYMES y microPYMES.
A pesar de que la situación ha mejorado con respecto al año pasado, “solo un 30% de los autónomos palpa la recuperación”, comenta Amor antes los micrófonos de Capital Radio. La subida de la luz, de impuestos, de cuotas y la falta de ayudas dificultan poner en marcha la economía española a pleno rendimiento.
Amor se muestra contrariado ante el reciente anuncio del Gobierno de subir la cuota de los autónomos en ocho euros en los próximos Presupuestos Generales del Estado. Considera que “no es el momento” y tendría que pensarse más de cara al 2023 cuando el global de los autónomos haya alcanzado cotas de actividad previas al COVID-19.
“El 80% de los autónomos no ha trasladado a los precios los incrementos de coste que ha tenido”, afirma Amor. Muchos pequeños empresarios han preferido mantener el precio de sus productos y servicios para no dañar la fidelidad de sus clientes y aguantar en el mercado.
Ante esa situación de dificultad de los autónomos, Lorenzo Amor aboga por que “el legislador conozca cómo funciona el mundo empresarial”. De esta forma, se evitaría, en su opinión, que las ayudas directas aprobadas por el Gobierno dejen fuera a “700.000 autónomos”, o que, medidas como limitar la temporalidad al 15%, supongan apartar de la reforma laboral a casi la totalidad del músculo autónomo.
“La mitad del tejido empresarial son personas físicas, en estimación directa, que no tienen la obligación de presentar las cuentas del año anterior en el Registro Mercantil”, pese a que es uno de los requisitos que todavía muchas administraciones solicitan para otorgar determinadas licitaciones.
Finalmente, con respecto a la reforma laboral, Amor pide al Gobierno que cumpla con lo que se ha comprometido con la ATA y que dé respuesta a lo solicitado desde Bruselas. “Tenemos una tasa de temporalidad muy alta que ha de ser atajada”, pero añade que el problema clave es la precariedad y el paro juvenil que no están ligados a los contratos temporales. “Con un contrato de cuatro meses, no tengo que ser un trabajador precario”, sostiene.