A apenas unas horas de que el demócrata, Joe Biden, se investido como nuevo presidente de los Estados Unidos, les vamos a contar cuál será la agenda del nuevo líder de la primera potencia del mundo en esta primera jornada presidencial no exenta de excepciones como ordena la situación sanitaria, pero también social y política que vive Estados Unidos.
El demócrata ya es el 46º presidente de los Estados Unidos tras una ceremonia marcada por el coronavirus y los inestabilidad social y política que vive el país
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La icónica voz de Lady Gaga en los Estados Unidos ha sido la que dé luz verde a 46ª presidencia de Estados Unidos.
Lady Gaga ha sido quien ha roto los cuatro años de liderazgo del republicano Donald Trump quien abandona la Casa Blanca pasando a la historia como el primer presidente del país en someterse dos veces a un juicio político en en los 221 años de historia de la nación.
Tras más de año y medio de aquellos caucus que hoy todos recordamos con cierta nostalgia, primarias, debates, votaciones en 50 estados, designación de presidente electo y juramento ante la Biblia familiar, llegó el momento de que Joe Biden se ha convertido, definitivamente, en el 46º líder de los Estados Unidos.
Con todo y con ello, la caminata, algo inusitada, todavía no ha terminado y es que al juramento ante las escalinatas del Capitolio quedan por delante los 100 días de gracia que todo el mundo político da a sus gobernantes. Una práctica impuesta por Franklin Delano Roosevelt, en 1933, para paliar los efectos del crack del 29 y en la que buscaba la unidad nacional para afrontar las medidas económicas que conformaron el New Deal americano.
Periodo de gracia
Sus primeros cien días al frente de la principal potencia mundial servirán para hacerse una idea de los 1.360 restantes, siempre que se mantenga una tregua política limitada a esos primeros 100 días. La sombra de Trump es alargada y no parece que esta paz vaya a mantenerse durante mucho tiempo.
Biden asume la presidencia que, podemos apuntar, ha codiciado durante toda su vida en las circunstancias más adversas que jamás proyectó y en un momento personal en el que se imaginaba ya de retirada tras haber sido vicepresidente durante el mandato de Obama.
Después de dos carreras presidenciales fracasadas y una tercera en la que se le llegó a dar por muerto, el destino le ha puesto al frente de unos Estados Unidos atravesados por tres graves crisis: la peor pandemia en un siglo, la recesión más aguda desde la Gran Depresión y una incipiente ruptura de la convivencia.
Biden será el presidente que, previsiblemente, proclame el fin de la pandemia, el que complete el programa de vacunación y el que, salvo sorpresas, pueda celebrar la superación de la debacle económica, pero como se suele decir, el futuro no está escrito.
Los 1.100 privilegiados
Gaga y Jennifer López son dos de los 1.100 invitados que este año están permitido que atraviesen las vallas que protegen los parques colindantes a la Avenida de Pensilvania, aquella calle que une el Congreso con la Casa Blanca.
Hay que apuntar que pese a que ya estemos acostumbrados a que la toma de posesión se siempre en enero no siempre ha sido así. En el siglo XIX, por ejemplo, el 4 de marzo se fijó como el Día de la Investidura. Pero en 1933, tras ratificarse la 20ª enmienda de la Constitución, se establecen los términos en que el presidente y el vicepresidente juran sus cargos al mediodía del 20 de enero. Tampoco fue en la escalinata del Congreso el lugar de la jura solemne. En 1981 fue el actor reconvertido en presidente Ronald Reagan quien dio comienzo a esta tradición.
Harris hace historia
Pero como todo en los últimos doce meses, la de este año también ha sido una investidura llena de novedades como, por ejemplo, que la vicepresidencia recaerá, por primera vez en la historia del país en una mujer, Kamala Harris.
Otro hecho a reseñar de este acontecimiento es que Harris ha jurado su cargo frente a la jueza Sonia Sotomayor, la primera magistrada hispana del Tribunal Supremo estadounidense.
Un personaje simbólico el de Sotomayor después de la muerte el pasado septiembre de la veterana magistrada Ruth Bader Ginsburg que la convierte en la figura más admirada por los demócratas en el alto tribunal.
Harris ha jurado antes que Biden quien lo ha hecho frente al juez John Roberts, presidente del Tribunal Supremo tras el que ha pronunciado un discurso de investidura con un marcado perfil "conciliador".
Intenciones que pasan por la guerra tecnológica con China o la reactivación del comercio con la Unión Europea que, quiera o no, tendrá que sacar adelante durante los dos primeros años de legislatura cuando tendrá el control “seguro” del Senado.
Capital "blindada"
A estas horas Washington es una ciudad tomada militarmente blindada ante las posibles protestas de los seguidores del republicano. Desde hace días más de 10.000 agentes de la Guardia Nacional están desplegados en la capital del país con el objetivo de proteger al presidente y el Capitolio de protestas y ataques como los sufridos durante la tarde del pasado 6 de enero.
Hoy ya son 25.000 los agentes federales revisando con celo alcantarillas y edificios, el doble de los convocados durante las ceremonias pasadas.
Y después de todo esto ¿qué pasará?
Biden ha rendido el tradicional homenaje al Soldado Desconocido y junto al presidente Barack Obama y su mujer Michelle, así como la familia Bush y los Clinton. Una retahíla de nombres ilustres en la que se hace nota la ausencia de los Trump: Donald y Melania.
Y es que este 2021 pasará a la historia por ser la primera vez desde 1869, cuando el republicano Ulysses Grant tomó posesión, que el presidente saliente, no esté presente para entregar el testigo a su sucesor.
Donald Trump ha abandonado Washington hace unas horas rumbo a su querida Florida. Eso sí, lo ha hecho por la puerta grande a bordo de su ya no avión presidencial, el Air Force One.
Al quedar ya instalado en la Casa Blanca, Biden ha avanzado que va a comenzar a trabajar inmediatamente desde el Ala Oeste, con la firma de una serie de decretos para revertir algunas de las medidas más polémicas de Trump, como los vetos migratorios a países de mayoría musulmana y la salida de acuerdos medioambientales como el Tratado de París.
Y volviendo con el presidente saliente lo cierto es que desde que perdió las elecciones, Donald Trump ha renunciado a cualquier semblanza de agenda presidencial. No ha dado ruedas de prensa, los discursos los ha grabado en vídeo, ha dado tres mítines y sobre todo ha invertido horas, muchas horas, en tratar de demostrar un fraude electoral que sólo se han creído los más ciegos entre sus seguidores más fieles. Mientras, sus ministros, asesores y subalternos se han ido marchando. El éxodo se ha acelerado tras el saqueo al Capitolio del 6 de enero.
La Casa Blanca ha sido esta semana un erial: pasillos vacíos, luces apagadas, teléfonos que suenan insistentemente, sin que nadie responda.