Cerca de 12.000 griegos se han lanzado hoy a las calles de Atenas en la que ha sido la primera huelga general del año que afronta Alexis Tsipras.
La huelga ha tenido un seguimiento desigual: ha habido fuertes repercusiones en los servicios públicos, sobre todo en los medios de transportes y en los hospitales, pero apenas ha impactado en los comercios, ya que muchos trabajadores no se pueden permitir perder una jornada de salario.
Grecia protesta contra las nuevas medidas de austeridad que deberá aprobar mañana el parlamento griego, unas medidas que incluyen un tijeretazo a las pensiones a partir de 2019 y subidas de impuestos a partir de 2020, noticia que no gusta a los pensionistas.
Muchos de los griegos que votaron a Tsipras se sienten engañados, ya que lo eligieron por sus promesas de acabar con la austeridad, pero meses más tarde el líder de la izquierda radical tuvo que ceder y aceptar un nuevo paquete de rescate para evitar la bancarrota.
En concreto, estas medidas desbloquearán el siguiente tramo de fondos de un rescate de 86.000 millones de euros. Atenas necesita con urgencia estos fondos para devolver su deuda de 7.500 millones que vence en julio.
En medio de estas movilizaciones, Grecia ha recibido esta semana una noticia desde Bruselas: el país vuelve a entrar en recesión, es la tercera vez desde el año 2010. El PIB de Grecia se ha contraído por segundo trimestre consecutivo: primero cayó un 1’2% en el último trimestre de 2016 y ahora desciende un 0’1% en los tres primeros meses de 2017, según Eurostat.