Este jueves se cumplen 95 años del Crack del 29, la mayor caída de la historia de Wall Street, que derivó en una crisis económica sin precedentes en todo el mundo. Arrastrados por el ánimo de los Felices años 20, inversores de cualquier clase social compraron títulos de manera compulsiva. Los bancos financiaban dicha compra, incluso. Finalmente, la burbuja estalló y millones de personas sufrieron las consecuencias. Casi un siglo después, ¿qué hemos aprendido?

El Crack del 29 se hace mayor: ¿Qué hemos aprendido?

Se cumplen 95 años desde aquel 'Jueves Negro' que llevó a la quiebra a inversores y empresas y comprometió a la economía mundial

Las causas del Crack

Cuando terminó la I Guerra Mundial, la más terrible de la historia hasta el momento, la sociedad occidental dio un cambio radical a sus preferencias. Un giro cultural que daba lugar a los Felices años 20, cuando se popularizaron salas de fiesta, bailes y celebraciones, especialmente en la Europa ganadora de la Gran Guerra y Estados Unidos. Todo ello empujó la confianza de los inversores en Wall Street hasta límites insospechados. La euforia no se detenía. En una sociedad muy desigual, todo el mundo invertía en Bolsa, desde los más ricos hasta los que menos recursos poseían.

Con el paso de los años, la demanda dejaría de cubrir la oferta que una producción desmedida generaba y los precios cayeron. Para más inri, la burbuja se hinchaba en torno a un sistema bancario frágil y expuesto a riesgos, con préstamos concedidos para la compra de acciones.

Con este caldo de cultivo, el 24 de octubre de 1929 la Bolsa dijo basta. El ‘Jueves Negro’ se iniciaba la venta masiva de acciones. El pánico se apoderaba de los inversores, que trataban de vender sus papeles a cualquier precio antes de que perdieran más valor. Pero solo era el principio de una caída de varios días en los que la economía estadounidense iría de la mano de Wall Street.

Como consecuencia, las economías de todo el mundo se resentirían en mayor o menor medida. El comercio internacional caería y se generaría un profundo malestar social y político que contribuiría al auge de movimientos políticos como el fascismo o el nazismo. Obligaría, al tiempo, a replantear las teorías económicas y a adoptar nuevas políticas para estabilizar la economía.