Tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco, su legado en materia de sostenibilidad y cuidado del medio ambiente se ha convertido en uno de los pilares fundamentales que ha marcado su pontificado. A través de documentos históricos como la encíclica "Laudato Si" (2015) y la exhortación apostólica "Laudate Deum", el Pontífice estableció un camino claro hacia una Iglesia comprometida con el cuidado de la "casa común".
En 'Futuro Sostenible', Federico Quevedo y Fernando Prieto, CEO del Observatorio de Sostenibilidad (OS), abordan el Laudato Si del Papa Francisco. Con Irene María del Pozo, pedagoga social y ambiental.
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Según explica Irene del Pozo, quien trabajó como coordinadora del movimiento Laudato Si para países europeos hasta diciembre de 2024, esta iniciativa surgió poco antes de la publicación de la encíclica, de la mano de un joven argentino llamado Tomás Insua. "El movimiento se dedica a movilizar a la comunidad católica y personas de buena voluntad para luchar por la justicia ambiental, climática y social", señala.
Con más de 1.400 millones de católicos y 2.400 millones de cristianos en todo el mundo, el alcance e impacto de este mensaje es de una importancia extraordinaria. El movimiento se estructura en tres líneas clave de acción: sostenibilidad, espiritualidad ecológica e incidencia política.
La conversión ecológica del Papa
El interés de Francisco por estos temas no fue casualidad. Aunque la doctrina social de la Iglesia ya incluía el cuidado de la creación, "lo novedoso de este Papa es que nos lo ha puesto muy en la mesa y como que hay que pasar a la acción ya porque no tenemos tiempo, porque estamos en una crisis social y climática que no son separadas", explica la experta.
No es casualidad que la encíclica Laudato Si se publicara en 2015, coincidiendo con el Acuerdo de París y el establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Posteriormente, al ver que los avances eran insuficientes, publicó "Laudate Deum", un documento más breve pero más contundente respecto a la evidencia científica sobre el cambio climático.
Del Pozo revela que el propio Pontífice experimentó un proceso de transformación personal: "Podríamos decir que él también tuvo su propia conversión ecológica, que es a lo que nos llama en la encíclica".
Del discurso a la acción
El Papa no se limitó a las palabras. Entre sus iniciativas concretas se encuentra la instalación de placas solares en el Vaticano. Recientemente había publicado una carta apostólica, "Fratello Sol" (Hermano Sol), para impulsar una explotación agrovoltaica que pretendía dar energía a toda la Ciudad del Vaticano.
"En esta carta habla no solo de la importancia de la energía solar, sino también de que sea autoabastecimiento y que le llegue a todo el mundo", señala Del Pozo, enfatizando la visión del Pontífice hacia las comunidades energéticas y el autoabastecimiento.
Con el fallecimiento del Papa Francisco, queda la incógnita sobre el futuro de este legado ecológico. Para Del Pozo, "deberíamos tener una senda de continuidad de este cuidado de nuestra casa común". El hecho de que Francisco haya nombrado a la mayoría de los cardenales papables podría indicar cierta continuidad en esta línea, aunque como ella misma reconoce, "nunca se sabe".
Lo que es indudable es que el Pontífice ha dejado una huella imborrable en la conciencia ecológica mundial, tendiendo puentes entre la fe católica y la urgente necesidad de proteger nuestro planeta. Como concluye Del Pozo: "El Papa ha sido una luz" en la lucha por un mundo más sostenible y justo.