En Mercado Abierto, entrevistamos a May López para reflexionar sobre la región mundial más competitiva en sostenibilidad. También, sobre el impacto del greenwashing en empresas y consumidores en Europa. A través de esta práctica, las empresas presumen de generar un impacto positivo en el medioambiente. Pero un impacto que no está demostrado ni avalado. López puntualiza que no todas las compañías lo hacen. Por ello, las nuevas normativas tienen el objetivo de reconocer a las organizaciones que sí lo hacen correctamente.

¿Del 'greenwashing' al 'greenhushing'? A las empresas no les interesa

Hablamos de estos dos conceptos y de cómo las empresas europeas adelantan a las americanas en sostenibilidad con May López, profesora de EAE Business School.

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También señala que hay una creciente preocupación de los consumidores por realizar un consumo que sea respetuoso con el medio ambiente. Es importante impedir que las organizaciones abusen del greenwashing y se aprovechen de esta buena intención de la ciudadanía.

Para el consumidor, es cada vez más difícil distinguir entre las empresas que están haciendo una buena labor y aquellas que están haciendo greenwashing. La normativa viene a ayudar en esta cuestión. Los consumidores no tienen por qué ser expertos en detectar la falsedad de que un producto asegure ser biodegradable o de que tenga un menor impacto ambiental.

La normativa europea permite que estas prácticas de producción sean denunciadas y sancionadas económicamente. López asegura que “la sanción será la única herramienta que entiendan las empresas de cara a evitar este tipo de fraude hacia el consumidor”. La normativa también hará que la sostenibilidad se ponga más en valor y adquiera una mayor credibilidad.

López va más allá y afirma que “vamos a ir hacia adelante”. Destaca que “quienes quieran ir hacia atrás, es porque estarán haciendo algún tipo de práctica indebida y ahí el consumidor tendrá la capacidad de penalizar o premiar”.

Greenhushing

Este concepto hace referencia al ecosilencio, a la ausencia de comunicación de las prácticas sostenibles. Sin embargo, López asegura que un “75 % consumidores quieren comprar productos sostenibles: hay mercado, hay sensibilidad y cada uno queremos dejar un mejor legado”. Afirma que esa necesidad seguirá existiendo. Por tanto, las empresas que tengan un impacto positivo a nivel medioambiental avalado coparán el mercado.

¿Quién está a la cabeza de competitividad en sostenibilidad?

López es clara: “no tenemos que olvidar que Europa, hoy en día, lo único en lo que puede competir es en sostenibilidad”. A nivel europeo, indica que existe preocupación por el impacto medioambiental y por las consecuencias sociales en los derechos humanos de los trabajadores y de la cadena de actividad. Añade que “no solo hay preocupación, sino, también, legislación”.

Lo novedoso es que estas leyes “impactan, por primera vez, a las empresas que, aun siendo de terceros países, operan en Europa. Terceros países donde este compromiso, quizá hasta ahora, estaba más para la foto, no tanto con datos reales”. Europa tiene la ventaja comparada de que ya está cumpliendo con derechos laborales y ambientales. Además, de que cuenta con una menor huella de carbono. López advierte de que los demás mercados están intentando echar hacia atrás la tendencia europea.