Se ha cumplido un mes y Donald Trump puede seguir cantando victoria. El nuevo TLCAN (NAFTA por sus siglas en inglés) se ha rebautizado como Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA en inglés) y pasará en noviembre su primer trámite. Por un lado, el presidente de Estados Unidos y sus homólogos, Enrique Peña Nieto y Justin Trudeau firmarán el acuerdo antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia de México. Pero el paso fundamental llegará después, con la aprobación en las cámaras de los tres países y aquí las elecciones legislativas que se celebran este 6 de noviembre en EEUU tienen mucho que decir.



En México no se esperan sorpresas, ya que AMLO se ha comprometido con el nuevo acuerdo a pesar de que su país es el gran perdedor de la nueva versión. “Enrique Peña Nieto lo ha vendido como un éxito pero es más bien un control de daños, la idea es tratar de perder lo menos posible”, apunta Alfonso González de León, director asociado en Vinces en Entre Líneas. Por la parte canadiense también será un trámite sencillo, por la mayoría liberal que apoya a Trudeau.

En el caso estadounidense, González de León advierte que “puede que alguna de las cámaras pase a manos demócratas y, dado que el acuerdo debe aprobarse en ambas, el partido demócrata podría aprovechar para apretarle las cuerdas a Trump”. A pesar de esa posibilidad, el nuevo NAFTA no es modificable y sería muy difícil para los demócratas oponerse a un acuerdo comercial que sobre todo beneficia a los trabajadores y agricultores estadounidenses, especialmente en el sector del automóvil, el farmacéutico y el lácteo.

Trump se ha apuntado la victoria en su cuenta y va a exhibirla, junto con el discurso antiinmigración, en la recta final de campaña ante su electorado y su partido. Consigue también una señal de fuerza en las negociaciones comerciales con otros países, sobre todo de cara a China. “Es un aviso a navegantes, EEUU tiene ahora mucho más que exigir a sus aliados comerciales antes de llegar a ningún acuerdo”, apunta el experto de Vinces.

Los que también han ganado son los grandes grupos de presión del país, con la Cámara de Comercio de Estados Unidos a la cabeza, seguida de las patronales del sector agrícola o del industrial. A ellas se unen la Asociación Nacional de Manufacturas, la de la industria farmacéutica o los sindicatos. Y todas ellas van a seguir presionando, al menos hasta que se ratifique el texto en el Senado y la Cámara de Representantes, y sea cual sea el resultado de las elecciones de medio mandato.