El dilema —que él no entiende por completo— es que muchos de los funcionarios de alto rango en su propio gobierno trabajan diligentemente desde adentro para frustrar partes de su agenda y sus peores inclinaciones. Yo sé que es así. Yo soy uno de ellos.

Ha sorprendido por lo inaudito, por ser la primera vez, y por eso en apenas horas copa las portadas de toda la prensa mundial. El New York Times ha calificado la publicación de “hecho excepcional”, y lo es. Bajo el título de “Yo soy una parte de la resistencia interna de la Administración Trump”, el diario ha publicado un artículo anónimo de un alto cargo del Gobierno de Estados Unidos que describe una situación igual de insólita en el seno de la presidencia más polémica de la historia del país.

El periódico explica que el anonimato era la única forma de compartir la información, después de comprobar su veracidad, y que la propia fuente había pedido salvaguardar su identidad para no verse comprometida.

En el artículo, asegura que no se trata de la popular “resistencia” de la izquierda, pero el deber de este grupo de funcionarios que trabajan para frustrar los planes de Donald Trump “es primero con el país, y el presidente continúa actuando de una manera que es perjudicial para la salud de nuestra república”.
La raíz del problema es la amoralidad del presidente. Cualquier persona que trabaje con él sabe que no está anclado a ningún principio básico discernible que guíe su toma de decisiones.

"Es por eso que muchos funcionarios designados por Trump nos hemos comprometido a hacer lo que esté a nuestro alcance para preservar nuestras instituciones democráticas y al mismo tiempo frustrar los impulsos más erróneos de Trump hasta que deje el cargo", reza el texto. La fuente argumenta que el inquilino de la Casa Blanca "ni si quiera muestra un mínimo de respeto por las políticas y valores" del Partido Republicano, gracias al cual obtuvo su puesto.

Este alto cargo subraya que la administración ha alcanzado logros, como la desregulación, rebaja de impuestos o el fortalecimiento del ejército. "No obstante, estos éxitos han llegado a pesar del —y no gracias al— estilo de liderazgo del presidente, el cual es impetuoso, conflictivo, mezquino e ineficaz", asegura. "Los americanos deben saber que hay personas adultas en la habitación", añade.
Dada la inestabilidad de la que muchos han sido testigos, hubo rumores tempranos dentro del gabinete sobre invocar la Enmienda 25, la que daría inicio a un complejo proceso para sacar del poder al presidente. Sin embargo, nadie quiso precipitar una crisis constitucional. Así que haremos lo que podamos para dirigir el rumbo del gobierno en la dirección correcta hasta que —de una manera u otra— llegue a su fin.

El jarro de agua fría llega acompañado del último libro de Bob Woodward, periodista responsable del destape del caso Watergate, en el que también hace referencia al miedo dentro de la plantilla de la Casa Blanca a la deriva de la Administración. En Fear: Trump in the White House, describe al Gobierno como caótico y habla de un "golpe de estado administrativo".

La reacción de Donald Trump no se ha hecho esperar: