Por María José Madarnas.

Todos sabemos que los avances tecnológicos tienen su cara más amable en sus aplicaciones médicas y sanitarias. Actualmente podemos monitorizar la salud del bebé durante el embarazo, previniendo muchas complicaciones que hace no tantos años suponían muchos sufrimientos para los bebés y sus familias.

Sin duda, el parto y el puerperio en las sociedades desarrolladas tienen ahora muchos menos riesgos que hace años. Y la salud de los niños mientras crecen también ha mejorado de manera evidente.

Mientras se asocie tecnología con salud, caben pocas dudas de que todos estaremos a favor de los avances tecnológicos.

La dicotomía entre moderno y tradicional.

Sin embargo, en lo que se refiere a otras cuestiones también relacionadas con la maternidad, mucha gente se vuelve más escéptica. Se asocia lo tecnológico a lo moderno y se considera que lo tradicional es necesariamente mejor. Esto se ve reflejado no solo en cuestiones relacionadas directamente con la tecnología, sino en temas que levantan polémica, como la lactancia prolongada, el colecho, el porteo o el baby-led weaning.

Sin ninguna duda, hay muchos remedios tradicionales avalados por el éxito durante generaciones y que no han de verse desplazados por innovaciones. Cuestión distinta es que las novedades ayuden a solucionar problemas, sean modernos o tradicionales. Y esa ha sido desde siempre la función de los avances tecnológicos.

En realidad, la dicotomía entre las soluciones de toda la vida y las que se venden como nuevas, no es tal. La verdadera dicotomía siempre es entre lo que funciona y lo que no.

Nuevas soluciones para problemas de siempre.

Hace años comenzaron a generalizarse los "comunicadores" o "walkie-talkies", para bebés. Su principio no podía ser más sencillo: utilizando una tecnología muy presente en otros ámbitos de la vida, se hacía posible que los padres supieran si el bebé lloraba, sin necesidad de tenerle a su lado.

Con esta solución simple, los padres podían atender sus labores en casa sin portar al niño de una habitación a otra, atender visitas o pasar su tiempo juntos a solas. Y sin embargo, hubo quien entendió que era una solución ridícula. Siempre que aparecen nuevas maneras de afrontar problemas, hay quien las critica solo por el hecho de ser nuevas.

Se necesita un tiempo hasta que algunas soluciones se vuelvan convencionales. El ingenio humano siempre persigue nuevas invenciones por lo que es un debate sobre ellas siempre va a ser de actualidad.

A día de hoy, hay padres que instalan una web-cam que muestra la cuna del bebé o la habitación de los niños para poder tenerlos siempre vigilados. Otros emplean el uso de chips localizadores en la ropa o calzado para encontrar a sus hijos en caso de que se extravíen. La intención de proteger y cuidar es la misma de siempre, las soluciones para hacerlo de manera más cómoda y efectiva, son nuevas.

Pero además, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) no solo pueden ayudarnos a controlar mejor a nuestros hijos allá donde estén (guardería, colegio e incluso nuestra propia casa) sino a pasar más tiempo con ellos.

Gracias al desarrollo de la nube, las aplicaciones de teletrabajo y la comunicación online, más padres pueden trabajar desde casa y estar más cerca de sus hijos, especialmente en esos primeros años que es cuando más los necesitan.

Esta opción es de suma importancia para millones de padres y madres que ven la conciliación laboral como un gran escollo, primero para tener hijos y una vez que los tienen, para darles la atención que requieren y disfrutar de una mejor experiencia como padres.

Los avances tecnológicos son tan buenos como el uso que hagamos de ellos. Aquellos diseñados para mejorar nuestra comodidad y que sean baratos y sencillos de usar, se generalizarán con rapidez y pasarán a ser casi tradicionales en apenas una generación. De lo que se trata es de que tanto los hijos como los padres disfruten más de su relación; bienvenida sea toda la tecnología que facilite este fin.

María José Madarnas es editor de Maternidad Facil