La compra permanente de deuda que realiza el Banco Central Europeo es el principal motivo que explica la bajada de rentabilidad del bono español a diez años por debajo del 1%. Esa rentabilidad, conocida como tir en el argot financiero, se mueve de manera inversa al movimiento que registra el bono. Es decir, la rentabilidad evoluciona a la baja porque el precio del bono sube, y el precio de bono sube porque hay compradores dispuestos a pagar más dinero por cada bono español. Un bono español comprado en el mercado secundario a mayor precio le otorga al nuevo tenedor del papel menos rentabilidad porque al pagar más precio por el activo, la rentabilidad fija asociada al bono es proporcionalmente inferior. El Banco Central Europeo compra deuda soberana desde el año 2015. Y analistas macroeconómicos como Estefanía Ponte de BNP Paribas Personal Investors ya apuntan a que esas compras por parte de la entidad que preside Mario Draghi se prolongarán.



 

En julio de 2012 la rentabilidad de los bonos españoles superó el 7,5%, que es como decir que su precio estaba hundido. Fue aquel verano cuando Mario Draghi aseguró que haría todo lo que fuese necesario para dar apoyo a la eurozona, y fue ahí cuando empezó la caída de las tires y las subidas en los precios de los bonos.

La rentabilidad del bono español por debajo del 1% ya la vimos en un movimiento intradía en la pasada sesión del 30 de junio. Un movimiento que muchos achacan a la tranquilidad política española más allá de que no se consiga formar gobierno. En definitiva, los inversores interpretan que no se adoptarán medidas populistas que pongan en riesgo la estabilidad de las finanzas españolas pese a la ausencia de un Ejecutivo.

Y un tercer factor explica el movimiento del bono español en las últimas horas: la nula o escasa rentabilidad que ofrecen otros bonos soberanos. En papel a diez años Alemania ofrece rentabilidades negativas, la deuda holandesa está plana y en el lado opuesto países como Portugal ofrecen rentabilidades que rondan el 2,8% pero a costa de asumir más riesgo político. Y es así como el bono español se convierte en una opción en la que la relación rentabilidad/riesgo resulta todavía atractiva para algunos operadores de mercado. Estefanía Ponte de BNP y José María Luna de Profim



 



 

Un cuarto factor que debemos relacionar con el comportamiento de la rentabilidad de los bonos es la expectativa de escasa inflación medida por el IPC. No olvidemos que si el coste de la vida permanece sin cambios, obtener rentabilidades por debajo del 1% puede ser una buena estrategia en función de nuestro perfil de inversión. Eso sí, cuidado con la evolución del precio del petróleo, porque una subida brusca puede traer consigo subidas de rentabilidades en bonos que descuente un escenario con mayor presión en los precios.

El quinto factor que contribuye a ver el movimiento a la baja en la rentabilidad del bono español es el eterno citado entorno de incertidumbre, en el que muchos gestores/inversores prefieren algo de rentabilidad en un país del que no se esperan grandes problemas mientras se resuelven las dudas sobre el horizonte: como el resultado de las elecciones Presidenciales en Estados Unidos o el futuro de la economía de China.

La gran pregunta ahora es hasta dónde bajará la rentabilidad del bono español a 10 años o hasta dónde subida su precio. El mercado dará su veredicto en un entorno complejo: no se esperan subidas de tipos de interés en la eurozona o una parada en las políticas monetarias expansivas del BCE pero el mercado sí está pendiente de los movimiento del precio de dinero que haga la Reserva Federal de Estados Unidos. Y mientras, en las emisiones de deuda en el mercado primario, el Tesoro español se sigue ahorrando dinero porque tiene que pagar menos por pedir prestado. Porque el dinero, al fin y al cabo, ya no vale tanto.