Sergio Marchionne, consejero delegado de Fiat Chrysler Automobiles desde 2004 y de Ferrari desde 2014, abandona el cargo tras agravarse su estado de salud. Ocupa su lugar en Fiat, el hasta ahora responsable de Jeep y jefe de operaciones en NorteaméricaMike Manley para quien el presidente de la empresa, John Elkann, ha pedido máximo apoyo. Marchionne también deja la presidencia de Ferrari, a pesar de que había anunciado su permanencia hasta 2021 y le sustituye en la gerencia Louis Camilleri. 

Manley pretende ejecutar el plan de su antecesor, una hoja de ruta hasta 2022 que fue presentada el pasado junio y que la compañía ve clave para asegurar un futuro "fuerte e independiente" para el grupo. El horizonte es algo más incierto para la marca de lujo del conglomerado, Ferrari, que estaba a la espera de presentar una estrategia el próximo mes de septiembre. Su nuevo CEO, Louis Camilleri, se enfrenta al reto de hacer crecer a Ferrari manteniendo a los distribuidores, aficionados a las carreras, propietarios y coleccionistas a bordo.

Marchionne, de 66 años, gestionó durante sus 14 años de liderazgo momentos complicados para la automovilística italiana. En su legado queda haber superado la profunda crisis que la compañía atravesaba a su llegada, la fusión en 2009 con el grupo estadounidense Chrysler o el reflote de Ferrari tras coger el testigo de Luca Cordero de Montezemolo en 2014.

"Ha sentado las bases para un futuro mejor y más seguro para todos nosotros. Estaremos eternamente agradecidos a Sergio por los resultados que ha logrado y por hacer lo que parecía imposible", ha dicho Elkann, que es además nieto del fundador de Fiat  Giovanni Agnelli.

Las cifras de la era Marchionne hablan por sí solas. La facturación ha pasado de 47.000 millones de euros en 2004 a 141.000 el año pasado. Y lo mismo con las pérdidas, que eran de 1.500 millones en 2004 y que se transformaron para 2007 en un beneficio neto de 4.400 millones.

Los retos de Mike Manley tras la era Marchionne


Además de preservar la herencia de Marchionne, Manley tendrá que hacer frente a grandes retos que, sin duda, la séptima compañía de coches del mundo encarará en los próximos años. Por ejemplo, la gestión de posibles fusiones con otras automovilísticas que Marchionne veía indispensable para la supervivencia de la empresa por suponer una reducción del coste de producción de automóviles eléctricos, híbridos y autopropulsados.

También, la electrificación de sus coches o preservar la estabilidad de Fiat Chrysler en Wall Street después de que las autoridades estadounidenses le abrieran tres investigaciones federales, entre otras cuestiones por emisiones de diésel.