Avances para los índices asiáticos en una madrugada en la que las bolsas chinas caminan prácticamente planas, influidas por los movimientos de las materias primas, especialmente del acero. Japón vuelve a ser protagonista desde el punto de vista macroeconómico y empresarial.

El gobierno nipón ultima ya la propuesta salarial que deberán acatar las empresas en 2019, y por el momento esas empresas se han echado a temblar, presentando al ejecutivo una caída en las previsiones de ventas en muchos casos, pidiendo que no se eleven los costes porque eso podría obligar a realizar despidos. Lo cierto es que el gobierno de Shinzo Abe está decidido a subir esos precios, y no considera que vaya a tener un problema futuro con un desempleo que apenas es del 3%. Obligará a subir los salarios y a regularizar las horas, elevando el coste de pagar horas extraordinarias, que es por donde las empresas realizan su jugada. Pagan un salario base con horas limitadas, y a partir de ahí abonan más horas extraordinarias, con lo que el montante total supone un menor coste laboral, aunque también cobra menos el trabajador, que ganaría más con un salario regular.

En lo empresarial, el gobierno japonés ha encontrado la fórmula para ayudar a Toshiba con su agujero contable y su necesidad de capital. A través de un fondo estatal con el que realiza inversiones en innovación, llamado Network Corporation of Japan, creará un concurso a medida al que se pueda presentar Toshiba y así recibir la ayuda económica y una mayor facilidad de acceso al crédito.

En otro orden de cosas, en Australia la confianza de los consumidores se desploma en abirl hasta los mínimos de los últimos siete meses. Desde el gobierno y el Banco Central Australiano suelen ser muy cautos a la hora de dar por cerrada la recuperación económica y de echar las campanas al vuelo, y eso se ha trasladado a unos consumidores que creen que los precios efectivamente subirán en los próximos meses pero que después podría haber algún tipo de corrección de carácter mundial.

Chevron es esta madrugada protagonista precisamente en Australia, porque tras perder un litigio tendrá que pagar 260 millones de dólares de multa. El regulador del país detectó que la compañía estaba realizando préstamos entre sus propias empresas cobrándose un interés elevado, para anotar esos datos en el apartado de costes y compensar los elevados beneficios que había logrado en el país. Ahora, tras perder el recurso presentado para evitar la multa, pagará algo más de un cuarto de millón para compensar esa mala práctica.