El proteccionismo y la amenaza de una guerra comercial global son los mayores riesgos para la economía de la zona euro, pero el crecimiento por ahora sigue firmemente en el sendero visto anteriormente. Es lo que concluyeron el mes pasado los miembros del Banco Central Europeo (BCE) en su última reunión.

En un encuentro con pocos o ningún desacuerdo, los responsables de definir el tipo de interés de la zona euro compartieron la opinión de que el bloque estaba funcionando como se esperaba, por lo que no era necesario modificar la política monetaria.

El BCE acordó en junio terminar con su enorme programa de compra de bonos para fin de año y mantener los tipos estables por lo menos hasta el próximo verano, dando a los mercados un preaviso inusualmente largo de sus posibles movimientos.

“Las incertidumbres relacionadas con factores globales se mantuvieron prominentes, en particular con respecto a la amenaza del proteccionismo y el riesgo de una escalada de las tensiones comerciales”, indican las actas.

“Las tensiones podrían generar un declive más general en la confianza en toda la economía mundial, más allá de cualquier efecto directo de la imposición de aranceles”, agreg el BCE.

En cuanto a la política monetaria, el BCE considera que la situación económica de la zona euro va por buen camino aunque cree que todavía hacen falta incentivos de política monetaria para que la inflación se acerque al 2%, límite que la institución tiene fijado para este indicador. La fortaleza económica de la eurozona hace prever que la inflación irá acercándose a un nivel próximo al 2 % "pero hay que dejar claro que para llegar a ello se requieren aún impulsos monetarios notables". Estas circunstancias apoyan el mantenimiento de momento de la política de intereses bajos y abren la perspectiva de regresar a medio plazo a la normalidad en la política monetaria.