El Foro Económico Mundial ha presentado el informe de Riesgos Globales 2019 en el que asegura que el deterioro de la economía por el aumento de las tensiones entre las grandes potencias, sobre todo entre China y Estados Unidos, plantea la amenaza más urgente este año para el bienestar mundial.

El Foro ha advertido además de que la mayor tendencia al nacionalismo en política debilita la respuesta colectiva a los desafíos globales. Por eso insiste en que es clave promover una acción coordinada para sostener el crecimiento y combatir las graves amenazas que afronta el mundo, que incluyen el cambio climático, los ataques cibernéticos, el empeoramiento del nivel de vida de los ciudadanos y los peligros de los patógenos biológicos.

El informe presenta los resultados de su última Encuesta de Percepción de Riesgos Globales, en la que cerca de 1.000 responsables de la toma de decisiones del sector público, el sector privado, el mundo académico y la sociedad civil evalúan los riesgos a los que se enfrenta el mundo. Nueve de cada diez encuestados esperan que este año empeoren las confrontaciones económicas y políticas entre las principales potencias. En un horizonte de diez años, los fracasos de las políticas sobre el clima y el cambio climático se consideran las amenazas más graves.

La desigualdad sigue siendo considerada como un factor importante en el panorama mundial de los riesgos. El "aumento de la disparidad de ingresos y riqueza" ocupó el cuarto lugar en la lista de tendencias subyacentes de los encuestados. Aunque la desigualdad mundial ha disminuido en este milenio, dentro de los países ha seguido aumentando. Una nueva investigación publicada el año pasado atribuye la desigualdad económica en gran medida al aumento de las divergencias entre los niveles de propiedad de capital público y privado en los últimos 40 años: "Desde 1980, en casi todos los países, ricos o emergentes, se han producido transferencias muy importantes de riqueza pública a privada. Mientras que la riqueza nacional ha aumentado sustancialmente, la riqueza pública es ahora negativa o cercana a cero en los países ricos".

Junto con la polarización política, la desigualdad erosiona el tejido social de un país de una manera económicamente perjudicial: a medida que disminuyen la cohesión y la confianza, es probable que se produzcan resultados económicos. Un estudio intenta cuantificar cuánto aumentaría hipotéticamente el ingreso per cápita de varios países si sus niveles de confianza fuesen tan altos como en Suecia. Incluso en los países desarrollados más ricos, los beneficios estimados serían significativos, y oscilarían entre el 6% en el Reino Unido y el 17% en Italia. En otros países son mucho mayores: 29% en la República Checa, 59% en México y 69% en Rusia. Dados estos resultados, resulta aleccionador que el Barómetro del Fideicomiso Edelman 2018 clasifique a 20 de los 28 países encuestados como "distractores". Más allá de los impactos económicos, la erosión de la confianza es parte de un patrón más amplio que amenaza con corroer el contrato social en muchos países. Esta es una era de política de estado fuerte, pero también de debilitamiento de las comunidades nacionales.