El crowdfunding se dispara en Europa. En el año 2015, las plataformas de crowdfunding consiguieron levantar 4.200 millones de euros, un 45% más que en 2013-2014, periodo en el que aunaron hasta 2.300 millones. Son datos que se desprenden de un informe de la Comisión Europea.
Así, el crowdfunding se implanta como una práctica en auge. Aunque todavía tiene poca presencia en la UE, su desarrollo es constante y podría llegar a convertirse en una fuente de financiación clave para las Pyme en el largo plazo.
La CE observa tres tendencias clave alrededor de este micromecenazgo. Por un lado, existe una consolidación de plataformas de crowdfunding: en 2014 ya había más de 500 repartidas por toda Europa, un 23% más que en el año anterior.
Sin embargo, el informe de la CE todavía no proporciona datos de cuál es el porcentaje total de práctica de crowdfunding en la Unión Europea. Sí destaca a Reino Unido como el país miembro que levanta mayor financiación, con 89 millones, seguido por Francia, con 19 millones y Alemania, con 18. Sin embargo, el desglose no va más allá y no especifica el puesto que ocupa España.
Por otro lado, la Comisión espera que esta práctica se institucionalice. De hecho, encontramos datos que apoyan esta tendencia, como que un 45% de las plataformas en Reino Unido contaron con participación institucional en 2015, en comparación con un 28% en 2014 y un 11% en 2013.
La tercera tendencia es la internacionalización de las plataformas de crowdfunding, cada vez más presente. Esto se debe a la necesidad de aumentar las economías de escala y ampliar tanto la base de inversores como la cartera de proyectos que buscan financiación. De hecho, las actividades transfronterizas de crowdfunding suelen ser más propensas cuando la plataforma o el proyecto se basa en los Estados miembros más pequeños, puesto que sus mercados no suelen ser lo suficientemente grandes como para asegurar la sostenibilidad de sus actividades.
Además de proporcionar una fuente alternativa de financiación directa, el crowdfunding puede ofrecer distintas ventajas a las empresas. Entre ellas, ayudar a atraer otras fuentes de financiación, proporcionar nuevos contactos e incluso puede convertirse en una herramienta de marketing si la campaña es exitosa.
A pesar de estos beneficios, el crowdfunding entraña una serie de riesgos como que los inversores pierdan parte de su capital o no obtengan los retornos esperados, que no haya suficiente información sobre el proyecto, que la plataforma sea insolvente, así como otros aspectos relacionados con el fraude o la seguridad de los datos de los mecenas que aportan su grano de arena en el proyecto. Por estos motivos, la CE aboga por establecer medidas que garanticen tanto la protección de los inversores como la expansión de esta actividad, puesto que se trata de una práctica que puede impulsar el empleo, el crecimiento de la economía y la competitividad.
IMAGEN: Flickr/Andrea Spallanzani
El crowdfunding sube como la espuma
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