Los esfuerzos del gobierno de China para hacer frente a los riesgos de la deuda frenan la actividad y la intensificación de la guerra comercial con Estados Unidos amenaza con pasar factura a las exportaciones. La economía del gigante asiático se desacelera en el segundo trimestre del año, con un PIB que ha crecido un 6,7%, frente al 6,8% registrado entre enero y marzo. Además, es la tasa de crecimiento más baja desde 2016.

En términos trimestrales, el crecimiento aumenta un 1,8% desde el 1,4% del primer trimestre, y el dato supera en dos décimas las expectativas del consenso del mercado. Aún así, las casas de análisis piden al gobierno de Xi Jinping centrar su atención en medidas de apoyo al crecimiento.

La inversión en activos fijos en el primer semestre alcanza un récord, mientras que la producción industrial de junio ha sido la más baja en más de dos años con un crecimiento de un 6%, dato que está por debajo de lo esperado. Además, las ventas al por menor registran una subida de un 9% en junio, en línea con lo esperado.

La segunda economía más grande del mundo ya ha sentido los efectos de la campaña del banco central del país para reducir los préstamos de mayor riesgo, lo que ha provocado un aumento de los costes de los préstamos corporativos.

Ante la ralentización de la demanda interna y las posibles consecuencias de la guerra comercial, los responsables políticos chinos han empezado a intensificar su apoyo a la economía y han suavizado su postura sobre el desapalancamiento.

Es probable que la economía de China experimente una leve desaceleración en la segunda mitad del año, a medida que los riesgos de los mercados financieros se vuelvan "obvios" y se espere que la demanda disminuya, según el Centro de Información Estatal chino.

Mientras, el Banco Popular de China, que ha recortado las reservas obligatorias de los bancos tres veces este año, ha sustituido recientemente el término "desapalancamiento" por "desapalancamiento estructural", un cambio que sugiere una reducción menos severa de la deuda.