La cumbre que se celebrará este fin de semana en la capital de China, en Pekín, será el mayor acontecimiento diplomático del año. El encuentro girará en torno a una de dimensiones históricas: la construcción de una “nueva Ruta de la Seda”, una moderna red de conexiones a lo largo de la histórica ruta comercial que unía Asia, África y Europa por mar y tierra.

 

Acudirán representantes de más de 110 países. Entre ellos ya han confirmado su presencia cerca de 30 jefes de estado y de gobierno, incluido algún alto representante de Corea del Norte. También estará el presidente ruso, Vladimir Putin o el argentino, Mauricio Macri. También asistirán el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, y el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim.

El portavoz del ministerio chino de Exteriores, Geng Shuang, destaca la importancia de este proyecto: "Creo que la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda tiene como objetivo ayudar a luchar contra los desafíos a los que se enfrenta el mundo. Ayudar a los países, especialmente a los países en desarrollo de Europa y Asia, a manejar las dificultades mediante el fortalecimiento de la cooperación internacional y la integración de recursos. Apoya a la comunidad internacional y muestra una perspectiva prometedora para el desarrollo".

El presidente chino, Xi Jinping, abrirá la reunión con un discurso, tras el cual habrá una mesa redonda con los líderes asistentes. Además, habrá seis foros temáticos paralelos en los que participarán más de 1.200 altos funcionarios. Sin embargo, la mayoría de los países occidentales no enviarán a líderes principales (EEUU, Canadá, el Reino Unido, Alemania, Francia, Australia).

La iniciativa fue lanzada en 2013 por el presidente Xi para articular la cooperación con países del centro, sur y sureste de Asia, así como con el este de África, para la construcción de infraestructuras con las que promover el desarrollo y agilizar el comercio con China.

 

Un año después de su llegada al poder, Xi Jinping dio el pistoletazo de salida con una inversión inicial de 40 mil millones de dólares que se podrían convertir fácilmente en algunos cientos de miles de millones.