La economía china crece un 6,8% en el primer trimestre del año, un dato ligeramente superior a lo que esperaba el consenso del mercado y que hace pensar en la resistencia del gigante asiático incluso en momentos de alta tensión con Estados Unidos, su principal socio comercial. Así que, por el momento, la escalada comercial entre Washington y Pekín ha tenido poco impacto en China, cuya economía apuntalan la fortaleza del consumo, el comercio exterior y la inversión privada.

Detrás de este crecimiento, que ha sido similar al del trimestre anterior, están las sólidas ventas nacionales e internacionales y el aumento de la producción industrial, que ha repuntado un 6,8% en el marzo. La evolución de las ventas minoristas ha sido especialmente positiva, con un crecimiento del 9,8% en el trimestre respecto al mismo periodo del año anterior en medio de la fuerte confianza de los consumidores. Mientras, la inversión en activos fijos ha subido un 7,5% y la inversión privada un 8,9%, hasta niveles que no se veían desde hace tres años. También ha ayudado la inesperada fortaleza de las exportaciones.

Los datos rompen con las expectativas de algunos inversores y analistas que esperaban una desaceleración en medio de la limpieza de deuda pública que ha frenado en cierta medida la inversión en propiedades, infraestructuras y fábricas.

A pesar de la resistencia económica, hay indicios en los datos de los últimos meses de que las exportaciones, las ventas de viviendas y la producción industrial -elementos fundamentales de la economía del país- están comenzando a debilitarse en medio de las reformas de Pekín para frenar la especulación del sector inmobiliario o reducir la contaminación ambiental causada por la industria. A ello se suman las previsiones de una disminución de la demanda global.