Las criptomonedas no están listas para ser usadas de forma masiva y, en lo que respecta a los servicios financieros tradicionales, puede que nunca lo estén. Al menos eso es lo que opina el Banco de Pagos Internacionales (BPI) en el avance de su informe económico anual. Considera que el bitcoin y el resto de criptodivisas presentan una “serie de deficiencias” que les impiden cumplir con las altas expectativas que han generado.

La institución con sede en Suiza, que opera como banco central para otros bancos centrales, advierte que las monedas virtuales son demasiado inestables, consumen mucha electricidad y están sujetas a manipulaciones y fraudes. Estas características, unidas a su carácter descentralizado, les impide convertirse en medio de pago internacional.

Sin embargo, el planteamiento inicial de las criptomonedas no sería sustituir a monedas como el dólar o el euro como medio de pago internacional, sino servir como vía de intercambio alternativa, alejada de las dinámicas y el control del sistema financiero global y los bancos centrales dominantes.

El BPI ha analizado en el informe Criptomonedas: más allá del alboroto, lo que se necesitaría para que el software de la cadena de bloques en la que se basan las criptodivisas procesara las transacciones minoristas digitales que actualmente gestionan los sistemas de pago nacionales. A medida que aumentan las transacciones, el consumo de datos, la energía y el tamaño de los libros de contabilidad -donde el sistema registra las operaciones- la institución concluye que se saturaría toda la red, desde los teléfonos móviles hasta los servidores. En definitiva, se paralizaría internet.

Los investigadores del BPI alertan de “desastre ambiental”, dada la inmensa cantidad de energía que consume la minería de bitcoin para realizar las operaciones que permiten obtener las divisas, “aproximadamente la misma cantidad de electricidad que Suiza”.

Recomienda establecer una regulación sobre las criptodivisas coordinada globalmente para que sea efectiva. Advierte de que su valor es inestable al carecer del respaldo de un banco central emisor y por ello la fluctuación de la demanda se traduce en cambios volátiles de valor. Es más, la institución se pregunta si los bancos centrales deberían crear su propia moneda digital.

En el lado positivo, el BPI considera que la tecnología de la cadena de bloques y el sistema de librerías proporciona beneficios al sistema financiero mundial, ya que el software podría hacer el envío de pagos internacionales más eficiente.