Alemania evitó por los pelos la entrada en recesión técnica en el cuarto trimestre de 2018. Destatis, la oficina estadística germana, ha dado este jueves los datos definitivos y confirma un avance trimestral nulo en el último periodo del año, tras el descenso del 0,1% registrado entre julio y septiembre. El impulso ha venido del aumento en las inversiones de equipo por parte de las empresas y el consumo, lo que abre la puerta a un crecimiento moderado en 2019.

Con todo, el PIB avanza al menor ritmo en cinco años, con un avance anual del 1,4% en 2018. Se atribuye la ralentización a la debilidad de la coyuntura mundial y las turbulencias en las relaciones comerciales, que lastran las exportaciones de una economía tan abierta como la alemana. A esto se suman los problemas internos, ligados al pilar fundamental que supone la industria automovilística alemana y el factor adicional que ha supuesto la sequía en verano, que ha dificultado el transporte fluvial de algunos bienes, especialmente en el río Rin.

2018 fue el noveno año consecutivo de crecimiento para la economía alemana. Sin embargo, los institutos de estudios económicos, las organizaciones internacionales y el Gobierno federal han revisado sus pronósticos a la baja para el actual ejercicio por los problemas del comercio exterior. La economía alemana logrará un crecimiento de alrededor del 1 por ciento, según el máximo dirigente del instituto económico ZEW.

Algo parecido sucede en la eurozona, pero con menos peligro. El PIB del área de la moneda única ha crecido un 1,8% y no ha estado cerca de la recesión técnica pero también es su menor avance desde 2014, tras aumentar un 0,2% en el cuatro trimestre, según Eurostat.

En el conjunto de la Unión Europea, el PIB creció un 1,9 % en el ejercicio, la cota anual más baja desde 2015, después de haber registrado un incremento del 0,2 % entre octubre y diciembre.

El escaso crecimiento en las grandes economías del euro al final del año ha pesado en la desaceleración del crecimiento, dónde la tasa anual se ha quedado una décima por debajo de las previsiones de la Comisión Europea.

Tampoco ha cumplido las previsiones el PIB de Portugal en 2018. Aunque avanza más, un 2,1% en el año, confirma también en el país luso los augurios de desaceleración, debido a la disminución de las exportaciones.

Una tras otra, las economías del Viejo Continente confirman su desaceleración en un año que se antoja difícil, donde las debilidades internas se suman a procesos como el brexit y con las miradas puestas en el escenario político, seguro complejo, que dejarán las elecciones europeas del mes de mayo.