Unicaja mantiene su salida a Bolsa para el 30 de junio a pesar de las turbulencias que vive el sector financiero. El objetivo de la salida a Bolsa es devolver al Estado los 604 millones que le prestó a través del FROB en forma de bonos convertibles.

Si no devolviese el dinero, el Estado convertiría los bonos en títulos y pasaría a ser el mayor accionista del banco. Para ello, la entidad espera colocar en el parqué el 40% del capital. Para ello, emitirá 625 millones de acciones que espera vender dentro de un rango de precios que situará en el estreno a entre 1,1 euros y 1,4 euros. Esto supone que el banco saldrá a Bolsa con una valoración entre 1.700 y 2.250 millones de euros. Con esta banda de precios, la entidad pretende captar entre 659 millones y 841 millones.

El banco marca objetivos para los próximos años. Por ejemplo, alcanzar un objetivo de rentabilidad de los recursos propios (RoE) por encima del 8% a diciembre de 2020 (era del 4,9% a 31 de diciembre de 2016), para la ratio de morosidad se fija un 4% como reto, frente al 11,8% que tenía al acabar 2016 y un coeficiente de pago de dividendos en efectivo de aproximadamente el 40% hasta 2020.

La entidad reconoce también una serie de riesgos, especialmente vinculados con procesos judiciales pendientes, por la integración con España Duero, por titulares de deuda híbrida con esta entidad, por las cláusulas suelo y por la reorganización de su distribución de productos de seguros.

Unicaja es la resultante de la fusión de Unicaja y Banco Ceiss -a su vez, formado por Caja Duero y Caja España.